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domingo, 13 de julio de 2008

¿ES ESTÉRIL LA LECHE MATERNA? RECIENTE INVESTIGACIÓN EN LA LECHE HUMANA

por Sally Fallon



Desde los años 40 los científicos no han llevado a cabo ninguna investigación significante en la leche de vaca sin pasteurizar, una lamentable situación atribuida muy probablemente a la poderosa influencia de la industria lechera. El hecho de que nos tengamos que referir a estudios de hace muchos años que muestran la seguridad y los beneficios para la salud de la leche sin pasteurizar ha sido una fuente de crítica hacia el movimiento de la leche sin pasteurizar.

Afortunadamente, investigaciones mucho más recientes existen de las cualidades de la leche humana, y estos resultados son aplicables a la leche de otros mamíferos domesticados: vacas, cabras, ovejas, camellas, búfalos de agua y renos.

Durante muchos años, los científicos creyeron que la leche humana era segura porque era estéril. Esta noción ha dejado espacio al descubrimiento de que la leche humana contiene muchos patógenos. Por ejemplo, científicos en Finlandia detectaron varias cepas de Stafilococus aureus “conocido como el agente causante de infecciones de pecho maternas e infecciones neonatales”, en muestras de leche materna[1]. Científicos en Canadá afirman que la leche materna “es un fluido corporal capaz de transmitir patógenos a la sangre cuando es ingerida[2]”.

De hecho, en un programa de revisión médica de leche materna exprimida en China, las pruebas revelaron “el hecho alarmante de que nuestro grupo de estudio tiene el más alto grado de contaminación que se ha observado nunca[3]”. Las bacterias patógenas en la leche incluían enterococci y Staphylococcus aureus. El equipo de investigación especuló que el alto grado de contaminación “podría ser debido a la tradición china de evitar bañarse durante un mes después del parto”. Los patógenos se transmiten al bebé vía leche materna desde la piel.

El descubrimiento de patógenos en la leche humana ha coincidido con el descubrimiento de múltiples y redundantes mecanismos antimicrobianos en la leche de todos los mamíferos, que protegen al bebé proporcionándole inmunidad y vinculando o destruyendo los patógenos.
“Los factores protectores de la leche pueden dirigirse tempranamente a la replicación patógena y con más de un compuesto antimicrobiano. La actividad antimicrobiana en la leche humana resulta en factores protectores que trabajan no sólo individualmente sino aditivamente y sinergéticamente[4]”.

Estos factores protectores incluyen inmunoglobinas, mucinas, lactoferrina, lactoperoxidasa, oligosacáridos y ácidos grasos de cadena corta y media.

Los compuestos que contienen una molécula de azúcar, como los glicoconjugados y oligosacáridos, son sintetizados por la glándula mamaria. Protegen al bebé lactante inhibiendo la vinculación de patógenos. Estos compuestos son específicos para diferentes patógenos. Por ejemplo, “un fucosiloligosacárido inhibe una infección por el Campylobacter jejuni. La vinculación del Streptococcus pneumoniae y del enteropatogénico E. coli a sus respectivos receptores es inhibida por los oligosacáridos de la leche humana. La glicoproteína 46-kD, lactaderina, inhibe la vinculación de los rotavirus y la infectividad... una glicopeptida mannosilata inhibe la vinculación del enterohemorrágico E. coli. Un glicosaminoglican inhibe la vinculación de gp120 a DC4, el primer paso en la infección de VIH[5]”.

Los factores protectores de la leche no sólo inhiben los patógenos presentes sino que también “anticipan nuevas mutaciones y nuevos patógenos. . .[6]” El factor inmunológico IgA, por ejemplo “parece reflejar memoria maternal a largo plazo.” Esto explica la sabiduría china, impresionante para los investigadores, de no bañarse durante un mes después de dar a luz. Cuando el bebé succiona de piel sucia, los factores inmunológicos en la leche pueden programar al bebé para ¡una protección contra una miríada de patógenos para toda su vida! La ciencia médica ha tenido siempre la tendencia de fomentar la actitud de que el hombre puede hacer las cosas mejor que la naturaleza, pero estos estudios sólo pueden inspirar asombro y maravilla por los exquisitos procesos que soportan la vida biológica.

Los componentes protectores de la leche de los mamíferos son en mayor parte moléculas de complejidad enorme, muchas de ellas comprenden compuestos proteínicos con precisos pero frágiles envoltorios. El calor altera e inactiva a la mayoría de ellos, especialmente el rápido y/o prolongado calor de la pasteurización[7].

Que ese calentamiento reduce la habilidad de la leche de proteger contra infecciones es más que sólo especulación. En 1984, investigadores en la India llevaron a cabo una prueba randomizada y controlada con 226 recién nacidos de alto riesgo a los que les daron combinaciones de leche de fórmula, leche materna sin pasteurizar y leche materna pasteurizada. La tasa más alta de infección ocurrió en el grupo al que se le dio leche materna pasteurizada y fórmula (33 %). A aquellos a los que se les dio leche materna sin pasteurizar y fórmula tuvieron un 16 % de infección y a los que se les dio sólo leche materna pasteurizada tuvieron un 14,3 % de infección. La tasa más baja de infección fue de 10,4 % en el grupo al que se le dio leche materna sin pasteurizar[8].

Investigadores en África se interesaron sobre las formas de preservar la leche materna. No se observó crecimiento de patógenos en leche materna sin pasteurizar guardada 4 horas a una temperatura alta (30-38º C), 8 horas a temperatura de una habitación (15-27º C) y 24 horas a la temperatura de un frigorífico (4-10º C)[9]. Por tanto, llegaron a la conclusión de que “aunque una temperatura muy fría (0-4º C) parecía la más segura para el almacenamiento de la leche, para guardarla a corto plazo no se recomienda el congelador debido a los riesgos del proceso de descongelación”. Otro estudió mostraba que la leche materna sin pasteurizar era segura para la consumición humana después de pasar 72 horas refrigerada en el frigorífico[10]. El almacenamiento a largo plazo por congelación no causaba problemas de seguridad.

Por desgracia, la leche materna que se dona a bancos de leche humana es pasteurizada rutinariamente, con lo que se destruyen todos los mecanismos protectores que la leche humana puede ofrecer a los bebés prematuros.

Todas estas investigaciones de la leche humana se aplican igualmente a la leche de otros mamíferos. El hecho de que las crías de los animales nacen entre barro y excrementos, hace que los mecanismos protectores en la leche de vacas, cabras, ovejas, etc., sean incluso más concentrados que en la leche humana. Por ejemplo, la lactoperoxidasa, una enzima en la leche sin pasteurizar que mata a los patógenos usando pequeñas cantidades de peróxido de hidrógeno y radicales libres, está diez veces más presente en la leche de cabra que en la humana[11].

Mientras que las investigaciones de la leche humana han revelado el hecho de que la leche sin pasteurizar proporciona una fuerte protección contra cualquier enfermedad, los burócratas en los departamentos de salud y de granjas lecheras de nuestro país se han quedado estancados en la ciencia de los años 40. La próxima vez que uno de ellos te diga que la leche que les das a tus niños tiene que estar pasteurizada para su protección, pregúntales si la leche materna cargada de patógenos que das a tu bebé tiene que pasteurizarse también.





[1] J Appl Microbiol. 2003;95(3):471-8.

[2] Neonatal Netw. 2000 Oct;19(7)21-5.

[3] J Hosp Infec. 2004 Oct;58(2):146-50.

[4] J Nutr. 2005 May;135(5):1286-8.

[5] Curr Med Chem. 1999 Feb;6(2):117-27.

[6] Adv Exp Med Biol. 2004;554:145-54.

[7] Scientific American, December 1995; Lancet. 1984 Nov 17;2(8412):111-3.

[8] Lancet. 1984 Nov 17;2(8412):111-3.

[9] Cent Afr J Med. 2000 Sep;46(9):247-51.

[10] Eur J Pediatr. 2000 Nov;159(11):793-7.

[11] J Dairy Sci 1991;74:783-787


Traducción de Thais®

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