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lunes, 27 de octubre de 2008

Vacunas: los padres deben informarse antes de permitirlas

por Lynne Born

Debido a que la falta de información en torno a la vacunación es tan extensa, muchos padres nunca se cuestionan si deberían o no vacunar a su hijo, pasando por alto una de las decisiones más importantes que un padre puede tomar. Como las autoridades médicas dicen que la vacunación es segura, la mayoría de los padres simplemente aceptan la vacunación, completamente inconscientes de los peligros potenciales e incapaces de reconocer una reacción seria cuando ésta ocurre. Y además como los departamentos de salud del gobierno y las autoridades escolares dan la impresión de que la vacunación es una obligación para todos los niños, la mayoría de los padres creen que se les requiere legalmente vacunar a sus hijos. Pero el hecho es que somos libres de rechazar toda la vacunación, o adoptar un plan parcial de vacunación, una decisión muy importante para la salud y el bienestar de su hijo.

Sin embargo, los padres se enfrentan a una tremenda presión por parte de los médicos, los medios de comunicación, colegios e incluso otros padres, para seguir el plan de vacunación estándar y someter a su hijo a un creciente protocolo de múltiples inyecciones en varias etapas de sus jóvenes vidas, incluyendo inyecciones que contienen varias vacunas.



Información errónea

Debido a que las vacunas son usadas predominantemente en nuestros preciosos hijos, la mayoría de la gente asume que todas las vacunas han sido sometidas a pruebas y rigurosos estudios probando que las vacunas son seguras y efectivas. A los padres se les ha dicho muchas veces que las campañas de vacunación en masa terminaron con múltiples epidemias en el mundo, que las vacunas son efectivas previniendo las enfermedades a las que son dirigidas, que los efectos secundarios son raros y generalmente consisten en brazos doloridos o fiebres leves que se pasan rápidamente, y que las pocas reacciones negativas serias son cuidadosamente registradas y monitorizadas, manteniendo las reacciones adversas en un mínimo.

Sin embargo, los padres que se toman el tiempo de indagar en la materia y retirar este velo de información errónea encuentran que estas afirmaciones carecen de un sólido respaldo científico. No sólo nunca ha habido un único estudio a largo plazo comparando la salud y bienestar de niños vacunados y no vacunados, múltiples ejemplos pueden encontrarse fácilmente de niños vacunados adquiriendo las misma enfermedad contra la cual habían sido vacunados. Es más, hay una evidencia abrumadora de que las vacunas pueden ser extremadamente dañinas, discapacitar permanentemente e incluso matar a nuestros niños. Y el sistema actual de registrar y notificar las reacciones adversas a la FDA (Food and Drug Administration) es ejecutado descuidada y pobremente, y es voluntario no obligatorio, incluso cuando un niño ha sido discapacitado permanentemente o matado por una vacuna.



Las vacunas impiden la inmunidad natural

Cuando un niño es infectado con una enfermedad transmisible, su sistema inmunitario responde a través de una sofisticada red de reacciones entrelazadas que pueden producir inmunidad de por vida a enfermedades infantiles naturalmente adquiridas. Estas milagrosas defensas existen, en parte, para evitar que los microbios y virus invasores no se apoderen de los sistemas y órganos del cuerpo.

Pero las vacunas, que contienen virus vivos y muertos, bacterias muertas, ADN modificado genéticamente y conservantes químicos, son inyectadas directamente en el flujo sanguíneo, traspasando la respuesta inmunitaria natural. Esto priva al organismo de la habilidad de desarrollar naturalmente una inmunidad de por vida en toda su complejidad multifacética a enfermedades infantiles normales como el sarampión, las paperas y la varicela. La vacunación en masa es un intento del hombre de quitar la respuesta natural del desarrollo humano y reemplazarla con una serie de infecciones y respuestas inmunitarias impuestas artificialmente y determinadas por el plan de vacunación del médico.



Demasiadas inyecciones

Hace treinta años, los niños recibían un total de cuatro vacunas, pero hoy, un niño totalmente vacunado recibe la pasmosa cantidad de 37 a 50 vacunas durante sus tempranos y formativos años de vida, cuando su sistema inmunitario es más vulnerable. Incluso el sistema inmunitario de un adulto sería desafiado por tantas vacunas en un periodo tan corto de tiempo. Mientras que los niños no vacunados nunca desarrollarán cada enfermedad contra la que los niños son vacunados, sus organismos son forzados por los planes de vacunación a responder a todas. Además, la vacuna DPT fuerza una respuesta inmunitaria a la difteria, el tétanos y la pertussis en el mismo día, un evento que nunca ocurriría en la vida real. Es más, no hay virtualmente estudios o investigación científica sobre los efectos de múltiples vacunas virales y bacterianas puestas en combinación o en próxima sucesión, y cómo afectan al cuerpo humano.



Evidencia del daño de las vacunas

La profesión médica es extremadamente reacia a reconocer las reacciones adversas de la vacunación, incluso cuando la reacción es instantánea o ocurre dentro de unas pocas horas, e incluso con adultos que pueden verbalizar claramente sus reacciones negativas, lo que los bebés no son capaces de hacer. Y como no hay estudios que hayan seguido la pista a los efectos negativos que ocurren a largo plazo, las reacciones que aparecen días, semanas o años más tarde son casi nunca atribuidas a la vacuna.

Un hecho poco conocido es que no existe ni un solo estudio que pruebe que las vacunas son seguras a largo plazo. «Sería un estudio tan fácil de organizar. Se usan tres grupos de niños: el primero totalmente vacunados, el segundo parcialmente vacunados y el tercero sin vacunar. Luego se les sigue hasta 10 años y así seremos capaces de ver los tipos de problemas que se están manifestando con estas vacunas», dice Barbara Loe Fisher, Presidenta del Centro Nacional de Información sobre Vacunas.[1] Sin embargo, la evidencia del daño de las vacunas no es realmente un secreto: cientos de estudios médicos publicados han documentado tanto fracaso de las vacunas como daño, aun así los pediatras continúan vacunando y la mayoría de los padres ignoran estos estudios.[2]

Un ejemplo muy conocido de una reacción negativa de una vacuna a largo plazo ocurrió con la vacuna de la polio usada a finales de los 50 y a principios de los 60. En esta vacuna se encontró contaminación con un virus de mono, SV40, que había contaminado la vacuna durante su producción. Y aunque el virus fue descubierto en 1960, la vacuna contaminada continuó administrándose a los niños americanos durante tres años más con el total conocimiento de las autoridades sanitarias del gobierno, hasta que fue retirada en 1963. Treinta años más tarde, el SV40 ha sido aislado en cánceres de huesos, cerebro y pulmones de adultos discapacitados y fallecidos. El desastre de la vacuna SV40 prueba una conexión directa entre una vacuna y un cáncer de lento crecimiento que se desarrolló décadas después de la vacuna.[3] Desafortunadamente, las autoridades no hicieron ningún esfuerzo en encontrar y seguir a los adultos receptores de la vacuna, estudiar y catalogar su estado de salud, o notificar su nivel de cáncer, aunque existía una clara oportunidad para estudiar los efectos a largo plazo de una vacuna de una manera muy directa y concisa.

Reacciones negativas retrasadas también han sido confirmadas por el trabajo de la doctora Viera Scheibner, que desarrolló un estudio de control monitor para bebés en un intento de prevenir el Síndrome de Muerte Súbita Infantil (SMSI). Su monitor hace que suene una alarma si el bebé detiene su respiración o muestra pautas de estrés respirando durante el sueño. Diseñando el monitor, ella no tuvo ninguna intención preconcebida de seguir específicamente reacciones a la vacunación, ya que ella nunca concibió el hecho de que las vacunas fueran de algún modo problemáticas o dañinas.

En el curso del seguimiento de la respiración de los bebés durante la noche, grabó la pauta respiratoria de bebés tras la inyección de DPT. Descubrió que la vacuna les causaba a los bebés una cantidad considerable de estrés y que este estrés mostraba una uniformidad notable, con picos los días 2 o 5 inmediatamente después de la vacuna, o reacciones retardadas los días 15 a 16 o 20 a 25 en bebés que se recuperaron y aquellos que posteriormente murieron de SMSI. El monitor de Scheibner probó que la muerte debido a la vacuna algunas veces ocurre semanas después de la inyección, en correlación con las pautas de estrés que identificó. De todos modos, el periodo de tiempo más largo les proporciona a los doctores y a las autoridades sanitarias cualquier excusa para no atribuirlo a la inyección de DPT.



Reacciones adversas no denunciadas o registradas

Uno de los grandes peligros de la actual mentalidad pro-vacunas es el hecho de que muy raramente se da parte de las reacciones negativas o éstas son denunciadas, además de que el sistema que se encarga de registrarlas tiene problemas normalmente con ello. Cuando una vacuna se lanza al mercado, la vigilancia post-marketing se supone que sigue la pista a cualquier reacción negativa de los millones de personas que reciben la nueva vacuna. Sin embargo, no sólo es totalmente voluntario el sistema de informar de las reacciones adversas, el 90-99 % de todas ellas nunca son denunciadas, según David Kessler, director de la FDA durante los 90.[4] Y no hay nadie que te pueda asegurar que los informes llevados directamente a las compañías farmacéuticas sean luego enviados a la FDA, el proceso es controlado enteramente por el “sistema de honor”.

Un ejemplo muy claro de la pobre documentación adversa ocurrió durante el reciente Programa de Vacunación contra la Varicela de 2003 del Presidente Bush. Antes del programa, a la población se le dijo repetidamente que se esperaban tasas de fallecimiento de la vacuna de uno a dos por millón. De hecho, hubo tres muertes (de las que nosotros sabemos) entre los aproximadamente 36.000 civiles y unos pocos cientos de convencidos seguidores que fueron vacunados. [5] Esto hace que la tasa de fallecimiento sea 80 veces más alta que aquella que el CDC[i] le dijo al público que se esperaría. Reacciones adversas serias como hinchazón del cerebro, inflamación del corazón, ataques a corazón, ulceración incontrolada de la piel, entre otros, aparecían en uno de 583 casos, tasa siete veces más alta que la original estimación del CDC de uno de 4.000. Y todavía las autoridades sanitarias y las noticias dominantes continúan usando los antiguos e inexactos números en vez de una estimación actualizada del riesgo como deberían.

Incluso peor, estos números fueron probablemente en su mayor parte no notificados, ya que, al igual que con las vacunaciones infantiles, dar parte de las reacciones adversas durante la vacunación contra la varicela no era obligatorio y era también limitado a una franja de enfermedad de 2 a 4 semanas después de la vacuna. ¿Cuál sería la tasa de muerte y daño de la vacuna durante los siguientes pocos meses o años? Todos estos importantes riesgos deberían haber sido estudiados y seguidos para una evaluación honesta del verdadero riesgo de la vacuna, pero los investigadores perdieron esta oportunidad tan valiosa debido al típico sistema incompleto y vergonzoso de registrar las reacciones que refleja la pobre ciencia que hay detrás del desarrollo de las vacunas.



La vacuna de la Hepatitis B al nacimiento


Echemos una mirada ahora a la vacuna de la Hepatitis B como una manera de examinar los problemas con el desarrollo y la introducción de cualquier nueva vacuna.
La hepatitis B es primariamente una enfermedad adulta transmitida a través de la sangre y los fluidos corporales. Las poblaciones de alto riesgo incluyen: drogadictos, heterosexuales y homosexuales con muchas parejas sexuales, trabajadores de la salud expuestos a sangre, y bebés nacidos de madres infectadas. En 1996, 270 niños de menos de 14 años fueron infectados con hepatitis B, con sólo 54 casos entre el grupo de edad 0-1 año.

A pesar del bajo riesgo de los niños en general, y a pesar de la facilidad de identificar a los niños en riesgo sólo haciendo pruebas específicas a las madres antes del nacimiento, el CDC añadió la vacuna contra la hepatitis B al plan recomendado de vacunación en 1991, con la primera de las tres dosis para ser administrada el primer día de nacimiento antes de abandonar el hospital. En 1986, Merck & Co. empezaron a vender la primera vacuna contra la hepatitis B genéticamente modificada. Un fragante ejemplo de la pobre ciencia detrás del desarrollo de las vacunas, la FDA aprobó la vacuna para su uso sólo después de que 1636 dosis de Recombivax HB fueran administradas a sólo 653 niños que fueron posteriormente monitorizados durante sólo 5 días después de cada dosis. [6] Como la vacuna es recomendada para el primer día de vida, a Merck se le pidieron datos de seguridad en recién nacidos. Ellos respondieron, “No tenemos ninguno. Nuestros estudios se hicieron en niños de 5 y 10 años.”[7] Pero fueron más lejos, Merck admitió en 1996 que no había datos “disponibles de la administración simultánea de Recombivax HB con otras vacunas” incluso aunque a los niños se les administran rutinariamente otras vacunas junto con la vacuna Recombivax HB.

Desde la introducción de esta vacuna, ha habido cientos de informes en la literatura médica (la mayoría publicados en revistas médicas internacionales fuera de Estados Unidos) citando enfermedades del sistema nervioso central, esclerosis múltiple, síndrome de Guillain-Barre, artritis, graves erupciones cutáneas, fiebre, fatiga crónica y Síndrome de Muerte Súbita Infantil (SMSI) como un resultado directo de la vacuna. Los padres han rellenado decenas de miles de informes de reacciones adversas, incluyendo visitas a urgencias, hospitalización y muertes. Un estudio en Nueva Zelanda informaba sobre un aumento del 60 por cien en la diabetes juvenil tras una masiva campaña para vacunar a bebés de 1988 a 1991 con la vacuna de la Hepatitis B.[8] Incluso la misma compañía Merck admite la existencia de quejas sistémicas de fiebre, dolor en las articulaciones, fatiga y debilidad en hasta el 17 por ciento de todas las inyecciones de hepatitis B. Y quizás lo más contundente de todo esto, más del 50 por cien de los médicos encuestados en el Reino Unido rechazaron ponerse la vacuna hepatitis B ellos mismos, citando los conocidos peligros de la vacuna, y eso siendo ellos profesionales médicos que trabajan en hospitales y que pertenecen por tanto a un grupo de alto riesgo expuesto a sangre y agujas a diario en su trabajo.

Pero lo más inquietante es la pregunta fundamental de por qué esta vacuna fue recomendada para bebés en primer lugar. En 1996, había 1.080 informes de reacciones adversas entre bebés de 0 a 1 año por la vacuna, incluyendo 47 muertes. Si sólo el 10 % de las verdaderas muertes y daños están siendo denunciados –una estimación muy optimista- esto significa que realmente hubo 10.800 reacciones adversas y 470 muertes de la vacuna. Sin embargo, en ese mismo año, sólo hubo 54 casos infectados con la enfermedad en el grupo de 0 a 1 año. Esta aterradora ecuación revela que por cada niño que adquiere la hepatitis B, la vacuna mata a 9 bebés y daña a 200.

¿Por qué someter a decenas de millones de bebés a los conocidos peligros de esta vacuna cuando los pocos bebés que realmente están en riesgo de padecer la enfermedad pueden ser identificados simplemente haciendo un screening a la madre?[9] Y finalmente, incluso si los padres optan por incluir esta vacuna en el plan de vacunación de su hijo, por qué se administra ésta en el día del nacimiento? Los padres necesitan tiempo para conocer a su hijo primero, para que así puedan comparar el estado de salud del bebé antes y después de la vacunación, de forma que cualquier daño pueda ser notado, seguido y tratado. Además de los problemas con las vacunas de ingeniería genética, muchas vacunas, en especial la MMR, la de la varicela y las de polio de Sabin, inyectan virus vivos dentro del cuerpo. Varios estabilizadores y conservantes se añaden incluyendo formaldehído, plomo, aluminio y MSG (monoglutamato sódico). Cantidades desconocidas de ARN (ácido ribonucleico) y ADN de cultivo de tejido animal y humano han sido encontradas también. Y aunque grupos de padres preocupados han luchado por la eliminación del conservante hecho con mercurio thimerosal de las vacunas, la industria farmacéutica todavía usa mercurio en las vacunas de la gripe, una nueva adición al plan de vacunación recomendado para niños que empieza a los 6 meses. Adicionalmente, la industria médica continúa usando montones de vacunas conteniendo thimerosal hasta que las existencias se agoten, en vez de sacarlas del mercado inmediatamente, como deberían.



Familias «compensadas» por la pérdida de su hijo

Debido al aumento dramático del número de daños causados por las vacunas infantiles durante las pasadas décadas, el Congreso promulgó el National Childhood Vaccine Injury Act en 1986, poniendo en marcha un fondo para compensar a los padres por el daño o la muerte causada a sus hijos (como si unos padres pudieran ser alguna vez «compensados» por la pérdida de su hijo debido a la vacunación...). Los padres tienen que hacer una solicitud a este fondo como primer paso cuando su hijo haya sido dañado; así, el fondo sirve para proteger a la compañía farmacéutica de toda responsabilidad inicial. Hasta la fecha, el fondo ha pagado más de 1,2 billones de dólares a padres con más de 12.000 informes hechos cada año. Esto es un número asombroso considerando cuántas reacciones ocurren que las autoridades médicas no quieren atribuir a la vacuna. Y si David Kessler está en lo correcto y el 90-99 % de todos los daños nunca son reportados, el verdadero número de niños dañados o matados por vacunas sería de 1,2 millones o más por año.

Las excelentes organizaciones[10] que trabajan informando a los doctores y a los padres de los riesgos de las vacunas describen las angustiosas llamadas de teléfono que ellos reciben, que relatan la devastación, culpa, confusión y sufrimiento que siguen.[11] Los padres describen a bebés que unas horas o unos días después de su vacunación, tienen fiebre, se vuelven inquietos o apáticos, caen en sueños profundos intercalados por gritos desgarradores, arquean sus espaldas de forma extraña mientras lloran, caen en comas o ataques repetitivos, se sacuden o están con la mirada perdida en blanco. O los padres describen un empeoramiento general en la salud con constantes infecciones de oído, repentinas sensibilidades a alimentos o alergias, problemas de sueño, asma, erupciones cutáneas, y ausencia de logros de desarrollo reemplazados por torpeza de movimientos.


Muchos padres y médicos creen que el espectacular aumento de enfermedades crónicas infantiles es una reacción a las docenas de vacunas que son ahora parte del plan de vacunación estándar. Hace cincuenta años, el autismo afectaba a menos de 1 de cada 10.000 familias, pero ahora 1 de cada 68 familias tienen un niño autista. La tasa de niños escolares con autismo ha aumentado un 1700 % nacionalmente de 1992 a 2002, creando un gran agotamiento de recursos en las familias, las escuelas y los servicios sociales que nunca podrá ser remediado si la verdadera causa es la vacunación como muchos sospechan, y la solución nunca es vislumbrada. El asma, la diabetes, el déficit de atención infantil y la obesidad también han aumentado de forma alarmante entre los niños. Habiendo demostrado el desastre de la polio SV40 lo que puede pasar, «podríamos estar intercambiando paperas y sarampión durante la infancia, por cáncer y leucemia en adultos», dice Barbara Loe Fisher.


¿Funcionan realmente las vacunas?


Incluso si los padres experimentan por sí mismos los riesgos de las vacunas, sus doctores les aseguran que el riesgo vale la pena por el casi seguro beneficio de estar libre de una enfermedad infecciosa que el niño puede coger. Sin embargo, en múltiples casos, las vacunas simplemente no han funcionado contra la enfermedad que son destinadas a prevenir. Una encuesta de 1978 en 30 estados mostró que más de la mitad de todos los niños que contrajeron sarampión habían sido completamente vacunados. Suecia abandonó su vacunación de la tos ferina después de examinar 5.140 casos de esta enfermedad en 1978 y encontrar que el 84 % habían sido vacunados tres veces. Un artículo de 1990 de la revista de la American Medicine Association afirmaba que «Aunque más del 95 % de los niños en edad escolar en los Estados Unidos son vacunados de sarampión, grandes estallidos de la enfermedad continúan ocurriendo en las escuelas y en la mayoría de los casos. . . ocurren entre niños previamente vacunados». La literatura médica está repleta de ejemplos del fracaso de la vacunación en su tarea de proteger contra enfermedades comunes infantiles.

Pero en vez de aceptar la premisa de que el sistema completo de vacunación es fundamentalmente falso, la industria médica llama a cada vez más vacunaciones y revacunaciones, sin ningún estudio sólido y a largo plazo para ver si la inmunidad es realmente alcanzada y, si es así, por cuánto tiempo.



La vacunación no fue lo que puso fin a las epidemias

A todos se nos ha enseñado que la vacunación terminó con las mayores y más mortales epidemias mundiales. Sin embargo, una honesta y cuidadosa revisión de las fuentes históricas médicas originales, las publicaciones y las estadísticas de los pasados doscientos años, nos muestra que las enfermedades infecciosas descendieron un 90 % antes de que la vacunación en masa fuera introducida.

Los expertos atribuyen el cese de las epidemias no a la vacunación masiva, sino a un gran movimiento de reforma sanitaria que barrió Europa a partir del año 1800. Estas reformas incluyeron la retirada de la basura y los deshechos humanos de las calles a través de sistemas de fontanería; la limpieza regular de los establos y las calles de excrementos de caballo y desperdicios humanos; la mejora de las carreteras de forma que las carnes, los vegetales y la leche cruda pudieran ser distribuidos a las ciudades cuando se encontraban frescos; y la modernización de los sistemas de distribución de agua para prevenir la contaminación bacteriana.[12]

Todas las antiguas epidemias del terror, la peste negra y el cólera, respondieron a estas reformas, y las epidemias descendieron durante los años 1800, mucho antes de la llegada de la vacunación. Incluso el CDC informó en 1999 que las enfermedades infecciosas descendieron en el siglo pasado debido a mejoras en la sanidad, el agua y la higiene. La vacunación contra la tos ferina, la difteria, el sarampión y la polio tuvieron lugar todas sólo en el mismo final del ciclo de vida de cada epidemia, exponiendo así la falacia de la afirmación de que la vacunación acabó con las epidemias.[13]

La única excepción a este descenso es la varicela, que, contrariamente a todo lo que se nos ha enseñado, aumentó con la venida de una vacunación obligatoria y descendió sólo después de un levantamiento organizado de padres y doctores forzando a los gobiernos europeos a suprimir sus programas obligatorios de vacunación.[14] Aunque la Organización Mundial de la Salud se atribuye el mérito de la erradicación de la varicela mundialmente gracias a la vacunación, el hecho es que la varicela descendió en todos los países estuviera o no la población vacunada. Como dijo el doctor Glen Dittman en 1986, «Es patético y ridículo decir que hemos vencido a la varicela con las vacunas, cuando sólo el 10 % de la población fue vacunada ».



Los grandes negocios presionan para más vacunaciones


Los niños de los Estados Unidos representan la población más vacunada en todo el mundo. Las multinacionales farmacéuticas proveen de millones de dólares para la creación de organizaciones tapadera como “All Kids Count” (“Todos los niños cuentan”) y “Immunization Action Coalition” (“Coalición de Acción para la Inmunización”), grupos con nombres neutrales y amigables que disfrazan los fondos farmacéuticos detrás de su mandato de promover la vacunación.

Las vacunas producen billones de dólares al año para las compañías farmacéuticas, en parte porque el gobierno federal financia campañas de vacunación masiva comprando las vacunas con el dinero de nuestros impuestos y a parte dando más millones de dólares a los departamentos de salud con el objetivo de alcanzar la vacunación al 100%. Si no obtienen resultado, el dinero puede ser retirado del Estado. El resultado de toda esta cantidad de dinero disponible para autoridades de salud estatales es una enorme presión que se aplica a los colegios, que a su vez presionan a los padres requiriendo pruebas de vacunación para la entrada a colegios en cualquier nivel de desarrollo del niño.



Resistencia

A pesar de todo esto, la resistencia a los programas de vacunación está creciendo y millones de padres están cuestionando tanto la ciencia que subyace a ésta como los preocupantes efectos secundarios que produce.

Un estudio de 2003 concluyó que el 93% de los pediatras y el 60% de los médicos de familia informaron de al menos una familia que había rechazado una vacuna para su hijo. Cuando un padre o una madre eligen limitar o salirse del programa de vacunación, una gran variedad de respuestas oficiales se han dado que van desde no presentarse dificultades, hasta el extremo opuesto, amenazas oficiales de cargos de abandono médico del niño. Es un hecho desafortunado que los hijos cuyos padres han rehusado vacunarles han sido echados de la oficina del médico e incluso se les ha denegado la entrada a un colegio. En casos extremos, oficiales han acusado a los padres de abandono médico del niño y los han obligado a ir a juicio para conservar el derecho de criar a su hijo (“¿Dónde está la libertad en ese país libre que llaman EE.UU.?”).[15] Los padres que estaban recibiendo beneficios como prestaciones sociales, ayuda de alimentos o atención médica arriesgan la pérdida de tales ayudas cuando quieren optar a no recibir la vacunación.

Pero también es verdad que muchos padres no reciben resistencia de las autoridades y su derecho de rechazo de las vacunaciones no es desafiado, siempre y cuando sigan las leyes del respectivo estado para la exención.





La polio, la varicela y la difteria estaban en declive antes de la introducción de las vacunas. La vacunación obligatoria en Inglaterra y Gales resultó en un enorme aumento de la enfermedad. La fiebre tifoidea se extinguió sin ningún programa de vacunación.


Cómo rechazar la vacunación


Como este corto artículo no puede examinar cada vacuna, si tienes algunas preguntas sobre una vacuna específica, por favor lee los pies de página y la lista de lecturas recomendadas al final de este artículo para ayudarte a decidir cuáles vacunas, si es que hay alguna, son seguras para tu hijo. Aunque el CDC obligue a la vacunación, las vacunas no so “requeridas legalmente”. Nadie tiene la autoridad legal de vacunar a tu hijo en contra de tus derechos. Si el nacimiento tiene lugar en un hospital, puedes establecer los impresos de tratamiento médico o tu plan de nacimiento, y claramente hacer constar que no quieres ninguna vacuna para tu hijo mientras esté en el hospital. Deberías también comunicar tu petición al personal en todos los turnos, si tú misma no puedes, tu esposo o abogado pueden encargarse de comunicar tus deseos de forma clara y directa.

Una vez tu hijo ha nacido, la presión para vacunarle viene de dos fuentes: las autoridades médicas y las autoridades escolares. Médicamente, tú eres libre de tomar cualquier decisión en cualquier momento que tú sientas que es mejor sobre el plan de vacunación de tu hijo. Sin embargo, si tú eliges no vacunarle, muchos doctores pueden mentirte diciendo que las vacunas son obligatorias o asustarte con estadísticas exageradas sobre los peligros de la no vacunación, e incluso pueden rehusar atender a tu hijo. Desafortunadamente la nata y la fresa de la práctica pediátrica son las numerosas visitas de “niño sano” que incluyen la vacunación durante el desarrollo de tu hijo.[16]

Sin embargo, es la entrada en guarderías o escuelas lo que aumenta la necesidad de exenciones legales. Hay tres tipos de exenciones: filosóficas, médicas y religiosas. Hay exenciones médicas en todos los 50 estados, religiosas en todos menos en dos (West Virginia y Mississippi), y filosóficas en 16 estados. Puedes ver las leyes de tu estado particular en http://www.thinktwice.com/ o en www.909shot.com/state-site/legal-exemptions.htm

Los colegios privados tienen sus propias reglas y pueden rechazar a niños que no han sido vacunados. Los colegios públicos, sin embargo, son requeridos por ley de aceptar tu exención, siempre y cuando esté adecuadamente preparada según las leyes de tu estado. La enseñanza en casa[ii] esquiva este problema totalmente.

Una vez has comprobado las leyes de tu estado respectivo, puedes elegir el tipo de exención que se adapta mejor a tu situación. Es muy importante presentar los documentos adecuados al colegio para que tu negativa a la vacunación no sea interpretada como abandono parental. Una exención filosófica generalmente requiere una breve carta simplemente informando de que tú objetas a la vacunación. La exención religiosa también requiere una carta, pero algunos estados estipulan que tú debes ser un miembro practicante de una religión que específicamente se opone a la vacunación. La exención médica es a menudo la más difícil de obtener porque los doctores están sujetos a revisión y censura por las autoridades médicas estatales cuando conceden exenciones. En algunos casos las exenciones médicas pueden ser obtenidas de la enfermera del colegio, y son muchas veces más fáciles de obtener que las de un médico.

Felizmente, simplemente firmando y mandando la exención es generalmente todo lo que se necesita. Algunas cartas de exención deben ser notariadas y redactadas en borrador como una declaración jurada firmada. Y algunos registros de inmunización de colegios tienen una sección de exenciones en la solicitud misma, que tú simplemente puedes rellenar. Aquí está el ejemplo de uno en California: www.dhs.ca.gov/publications/forms/pdf/pm286b.pdf. Para ejemplos de cartas de exención en todos los posibles escenarios y estados pinchar aquí: www.vaclib.org/pdf/exemption.htm

Cuando se discute la decisión de no vacunar, es mejor permanecer en calma, cortés y diplomático, incluso enfrente de la ignorancia y de la resistencia de las autoridades. No entres en discusiones con las autoridades y atrae la atención sobre tu decisión. No hay necesidad de adjuntar documentos a la exención probando la evidencia de problemas con la vacunación o explicando tus razones de rehusarla, tú simplemente quieres una exención para tu hijo. Si te encuentras con autoridades beligerantes o arrogantes que te intimidan con amenazas de mandarte a la cárcel o quitarte a tu hijo, intenta evadirte de su resistencia sin confrontaciones y terminar con esa situación lo más pronto posible. Si te encuentras con este tipo de resistencia, debes poner tus deseos por escrito, escalar tu exención a alguien superior a ese oficial, y solicitar una respuesta escrita. Te sorprenderá qué rápido se esfuma la resistencia de las autoridades una vez que deben poner sus argumentos ilegales y sus intimidaciones por escrito.[17]

Por encima de todo, recuerda que ninguna autoridad tiene el derecho legal de vacunar a tu hijo sin tu permiso. Si lo hacen, se abren a sí mismos a responsabilidad legal y tú tienes todos los recursos de la ley detrás de ti. Aunque experimentes resistencia, ellos son los que están incumpliendo la ley, no tú. No te sientas coaccionado o intimidado en vacunar a tu hijo, es tu elección y tu derecho de hacer lo que creas que es mejor.


Inmunidad natural

Aquellos de nosotros que estamos involucrados en la organización de Weston A. Price, tenemos un entendimiento profundo de las mentiras y distorsiones que varias fuerzas corporativas y gubernamentales usan para controlar nuestras elecciones alimenticias. Las bases de la Campaña para la Verdadera Leche (Campaign for Real Milk) empezaron con una investigación de los hechos de la situación, se analizó cómo los medios de comunicación y el negocio agrícola distorsionaron la verdadera historia de la leche cruda y pasteurizada, se organizó una campaña para la libertad de elección, y se apoyó a los granjeros que se comprometieron a producir leche cruda.

Son los mismos tipos de distorsiones y propaganda sobre los medicamentos y las vacunas a los que a menudo se les da la vista gorda en el colectivo de gente interesada en alimentos naturales. El doctor que les dice a los padres que la leche cruda le dará tuberculosis a su hijo es el mismo que les asegura que las vacunas son inocuas, efectivas y nada sobre lo que preocuparse.

Sabemos que los niños de las numerosas culturas que Weston A. Price estudió no necesitaban vacunas; crecían con una energía vibrante, saludables, y fuertes, capaces de luchar contra enfermedades infecciosas mientras que mantuvieran sus dietas originales y nativas. Si algún niño estuviera en peligro de tener una enfermedad infecciosa tenemos a nuestra disposición muchas herramientas poderosas: alimentos curativos densos en nutrientes junto con homeopatía, acupuntura, herbalismo y naturopatía, todos ellos sistemas de curación basados en la naturaleza que tienen en cuenta el buen estado total de toda la persona para restablecer y mantener la verdadera salud. La reciente avalancha de escándalos de medicamentos exponiendo muertes y daños debidos a fármacos aprobados totalmente por la FDA demuestra un perjuicio mucho mayor que los problemas específicos con medicamentos particulares.

La medicina Occidental opera bajo la suposición de que medicamentos y vacunas sintéticos y modificados genéticamente curan al enfermo y protegen a los jóvenes de la enfermedad, un supuesto que se espera que los padres acepten sin cuestionar. Pero en lo que se refiere a tu hijo, tú eres el experto más cualificado para decidir lo que es mejor para él, basándote en tu inteligencia y sentido común, de la misma forma que nosotros luchamos por nuestro derecho a comer comida real.





Sobre la autora

Lynne Born ha sido una activista de salud alternativa, escritora e investigadora médica independiente durante más de 20 años. Es un miembro desde hace mucho tiempo de la Fundación de Weston A. Price y disfruta de una dieta basada en comida hecha en casa, cocidos de carne y huesos, leche cruda y alimentos fermentados.




LIBROS Y WEBS RECOMENDADOS

Vaccines: Are They Really Safe and Effective? por Neil Z. Miller, 2002. Visita esta web para libros adicionales: http://www.thinktwice.com/.

National Vaccination Information Center, http://www.909shot.com/. Visista www.908shot.com/ResourceCenter/ResourceCenter.htm para lecturas recomendadas.


Immunization, The Reality Behind the Myth (Inmunización, la realidad detrás del mito), por Walene James, 1995.


Vaccination: 100 Years of Orthodox Research Shows that Vaccines Represent a medical Assault on the Immune System, por Viera Scheibner, PhD., 1007, New Atlantean Press, (505) 983-1856.

How to Raise a Healthy Child in Spite of Your Doctors, por Robert Mendelsohn, MD.

Entrevista con un ex-investigador de vacunas.





EL MERCURIO EN LAS VACUNAS Y EL AUTISMO




La conexión mercurio-autismo ha salido a la luz pública con la publicación de “Inmunidad Mortal” (Deadly Immunity), de Robert F. Kennedy, Jr. en el número de julio de la revista Rolling Stone, simultáneamente con la publicación en Salon. Kennedy describe una reunión del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC) que tuvo lugar en junio del 2000 en la cual el epidemiólogo Tom Verstraeten presentó evidencia ante la industria y los oficiales del gobierno que el thimerosal, el conservante basado en mercurio presente en las vacunas, era responsable de la epidemia de autismo en los niños americanos. En lugar de tomar medidas inmediatas para alertar al público y deshacerse del suministro de thimerosal de las vacunas, los presentes pasaron el resto del encuentro discutiendo las formas de esconder los preocupantes datos.


Posteriormente, poderosos amigos en el Congreso han tratado de proteger a los fabricantes de vacunas con legislación que les escudará de más de 4000 demandas pendientes. El Senador Bill Frist, que ha recibido 837.000 dólares en contribuciones de la industria farmacéutica, deslizó silenciosamente una cláusula adicional en el proyecto de ley de seguridad interior, llamada “Eli Lilly Protection Act”. Esta medida fue revocada por el Congreso en 2003 pero a principios de este año, Frist coló otra disposición en un proyecto de ley anti-terrorista que negaría compensaciones a los niños que sufren de trastornos cerebrales relacionados con las vacunas. “Las demandas son de tal magnitud que podrían echar a la calle a los fabricantes de vacunas y limitar nuestra capacidad de enfrentarnos a un ataque biológico de los terroristas”, declaró Andy Olsen, un asistente legislativo de Frist.


Más de 500.000 niños sufren de autismo, con 40.000 nuevos casos diagnosticados cada año. La enfermedad era desconocida hasta 1943, cuando fue identificada y diagnosticada entre once niños nacidos después de que el thimerosal fuera añadido por primera vez a las vacunas de los bebés en 1931.


El CDC responde a la ira de los padres y a la publicidad negativa citando estudios que reivindican el thimerosal, estudios que los oponentes afirman están falsificados y son altamente sospechosos. “No podrías construir un solo estudio que muestre que el thimerosal es inocuo”, dice el Dr. Boyd Haley, una de las autoridades mundiales en toxicidad del mercurio y jefe del departamento de química de la Universidad de Kentucky. “Es simplemente demasiado tóxico. Si inyectas thimerosal en un animal, su cerebro enfermará. Si lo aplicas a tejido vivo, las células mueren. Si lo pones en una placa de petri, el cultivo muere. Sabiendo estas cosas, sería increíble si uno lo pudiera inyectar en un bebé sin causar daños”.


Documentos internos revelan que Eli Lilly, que fue la primera compañía farmacéutica que desarrolló el thimerosal, sabía desde el principio que su producto podía causar daños. Pero los atractivos beneficios valían más que la preocupación de la compañía por los ciudadanos. El thimerosal le permite a la industria farmacéutica envasar las vacunas en viales que contienen múltiples dosis. Los viales más grandes cuestan la mitad de producir que los más pequeños, de una sola dosis, y por tanto hacen que los programas de vacunación en masa sean más rentables.
La introducción de thimerosal en las vacunas coincidió con un aumento del número de vacunas que recibían los niños. Los bebés que reciben todas sus vacunas, más los refuerzos, para la edad de 6 meses están expuestos a niveles de etilmercurio, inyectados directamente en la corriente sanguínea, 187 veces mayores que el límite de la EPA (Agencia para la Protección del Medio Ambiente de EE.UU) de exposición diaria al metilmercurio, una neurotoxina similar a la anterior.
Kennedy describe un escándalo creciente que tiene el potencial de acabar con la industria farmacéutica. Para leer este artículo, ir a: www.rollingstone.com/politics/story/_/id/7395411.




Si debes vacunar a tu hijo

- Espera hasta que el niño tenga al menos 2 años.
- No le pongas más de una vacuna cada vez.
- Nunca le vacunes cuando esté enfermo.
- Asegúrate de que las vacunas no contengan thimerosal.
- Suplementa la alimentación del niño con aceite de hígado de bacalao, vitamina C y B12 antes de cada vacuna.
- Obtiene una exención médica si el niño ha tenido una reacción adversa a la vacunación antes o si hay una historia familiar o personal de reacciones a las vacunas, convulsiones o trastornos neuronales, alergias severas y/o desórdenes del sistema inmunitario.








[i] Centre for Disease Control (Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, EE.UU.) (N. de la T.)
[ii] La “enseñanza en casa” (home-schooling) consiste en educar los padres a su hijo/s en su hogar en lugar de mandarlos a un colegio público o privado. Los padres que enseñan a sus hijos en casa generalmente usan los programas y servicios de apoyo de una organización de enseñanza en casa (home-school organization) o de un consultor de servicios de enseñanza en casa. (N. de la T.)


NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Barbara Loe Fisher, National Vaccination Information Center, http://www.909shot.com/. Nevada County, California, tiene el porcentaje más alto de niños sin vacunar en el estado de California, proporcionando un escenario ideal para este simple estudio. http://www.sfgate.com/cgi-bin/article.cgi?file=/chronicle/archive/2003/05/25/CM171959.DTL.

[2] Por su excelente colección de cientos de artículos publicados y revisados por pares sobre los peligros, los efectos secundarios y la ineficacia de la vacunación, ver: Vaccination: 100 Years of Orthodox Research shows that Vaccines Represent a Medical Assault on the Immune System, by Viera Scheibner, Ph.D., 1997. (Vacunación: 100 años de investigación ortodoxa muestran que las vacunas representan un asalto al sistema inmunitario). Artículo disponible de New Atlantean Press, 505-983-1856. Ver también cualquiera de los excelentes libros de Neil Z. Miller, incluyendo: Vaccines: Are They Really Safe and Effective?, 2002 (Vacunas: ¿Son realmente seguras y efectivas?). Visita esta web para libros adicionales: http://www.thinktwice.com/.

[3] Incluso el doctor Jonas Salk, quien desarrolló la primera vacuna de la polio admitió bajo juramento que la mayoría de los casos de polio en los Estados Unidos desde 1961 fueron realmente causados por la vacuna.

[4] David Kessler, Introducing MedWatch: A new approach to reporting medication and device adverse effect and product problems, Journal of American Medical Association, July 2, 1993, 269(21): 2765–68.

[5] Mientras que las muertes se sucedían una tras otra en marzo y abril de 2003, los titulares leían así: “La primera muerte: Enfermera muere tras la vacunación contra la varicela”; “El segundo trabajador muere de ataque al corazón después de la vacunación contra la varicela”; y “Juez resuelve que las vacunaciones [contra la varicela] contribuyeron a la muerte del militar”. (Una búsqueda en Internet fácilmente revela estos artículos). Sin embargo, por junio de 2003, los artículos de los medios de comunicación dominantes no sólo estaban ignorando las muertes tempranas, continuaron usando las viejas e imprecisas cifras de una o dos muertes por millón en lugar de las nuevas actualizadas, las verdaderas que habían llegado a ser evidentes durante este programa de vacunación.

[6] Merck & Co. 1993 product insert for Recombivax HB.

[7] 1997 Illinois Board of Health hearing, The Congressional Quarterly, August 25, 2000, pg. 647.

[8] Barthelo Classen, M.D., CEO of Classen Immunotherapies Inc. Epidemiologic study in the New Zealand Medical Journal, 1996.

[9] Ver http://www.909shot.com/History/Newsletters/hepbnlr.htm para una información más detallada sobre los peligros y riesgos de la vacuna Hepatitis B.

[10] National Vaccination Information Center, http://www.909shot.com/; Think Twice Global Vaccine Institute, http://www.thinktwice.com/.

[11] Ver http://www.thinktwice.com/stories.htm, http://www.mothering.com/articles/growing_child/vaccines/wake.html.

[12] El concepto de que las enfermedades epidémicas fueron erradicadas por reformas sanitarias es reforzado cuando los desastres naturales destruyen los servicios sanitarios y las carreteras, trayendo epidemias con el colapso de la infraestructura. La vacunación no termina con las epidemias, sólo el restablecimiento de los servicios básicos restablece la salud.

[13] Puedes ver las tablas que muestran el descenso de las epidemias en mi artículo “Smallpox Vaccine has the Pox”: http://www.mothering.com/articles/growing_child/vaccines/wake.html, julio-agosto 2003.

[14] Para un estudio exhaustivo sobre el desarrollo fraudulento y sin rigor científico de la vacuna de la varicela, ver mi artículo al que se hace referencia en la nota nº 13.

[15] Ver Immunization, The Reality Behind the Myth, by Walene James, 1995, Chapter 10 “Appointment with Tyranny”, que trata de una batalla en los tribunales sobre el derecho de no vacunarse en 1981.

[16] Ver How To Raise a Healthy Child In Spite of Your Doctors (Cómo criar a un niño sano a pesar de tus médicos), por Robert Mendelsohn, M.D., una excelente fuente sobre la paternidad sin vacunaciones.

[17] Dr. Joseph Mercola ha escrito un excelente artículo que detalla cómo ejercer resistencia en tu estado: How to Legally Avoid Unwanted Immunizations of All Kinds (Cómo evitar legalmente inmunizaciones de cualquier tipo), http://www.mercola.com/fcgi/pf/article/vaccines/legally_avoid_shots.htm.


Traducción de Thais®

jueves, 9 de octubre de 2008

El aspartamo: Cómo daña tu cerebro

Consumir aspartamo en grandes cantidades puede inhibir el funcionamiento normal de las enzimas de tu cerebro, según un nuevo estudio de científicos de las Universidades de Pretoria y de Limpopo.

Este estudio llegó a la conclusión de que altas dosis de este edulcorante podían conducir a la neurodegeneración. Previamente también hubo estudios que descubrieron que el consumo de aspartamo puede causar problemas neurológicos y de comportamiento en individuos sensibles.

Específicamente, se encontraron varios cambios directos e indirectos que tienen lugar en el cerebro como resultado del consumo abundante de aspartamo, entre ellos:

- El metabolismo de los aminoácidos.
- La estructura y el metabolismo de las proteínas.
- La integridad de los ácidos nucleicos.
- La función neuronal.
- El equilibrio endocrino.

Además, la descomposición del aspartamo hace que los nervios se activen excesivamente, lo que puede llevar a una gran despolarización neuronal.

A pesar de estas crecientes preocupaciones, ni la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ni la Administración de Alimentos y Fármacos de EEUU (FDA) han cambiado sus guías sobre la seguridad de este ingrediente o sus consejos de consumo.

FUENTES:

· Food Quality News April 6, 2008
· European Journal of Clinical Nutrition 2008, 62, 451–462



COMENTARIOS DEL DR. MERCOLA SOBRE ESTA NOTICIA:

El aspartamo es un veneno que no pertenece a tu cuerpo, y esto no es una exageración. Sí, esta sustancia tóxica está siendo consumida por más de 200 millones de personas en todo el mundo y se encuentra en más de 6.000 produtos.
Desde refrescos hasta chicles, postres, yogures, e incluso algunas vitaminas y medicamentos lo contienen.
Cuando bebes, por ejemplo, una lata de refresco edulcorado con aspartamo, ¿qué estás consumiendo realmente? Se produce una descomposición del aspartamo en tres sustancias químicas: los aminoácidos ácido aspártico y fenilalanina, y el metanol.


1. Ácido aspártico (el 40 % del aspartamo)

El aspartato actúa como neurotransmisor en tu cerebro facilitando la transmisión de información de neurona en neurona. Demasiado aspartato en tu cerebro mata ciertas neuronas permitiendo la entrada de demasiado calcio en las células. Esta afluencia de calcio desencadena cantidades excesivas de radicales libres, que matan a las células del cerebro, las neuronas.
El daño a las neuronas que puede causar el exceso de aspartato es a lo que se refiere el Dr. Russell cuando habla de “excitotoxinas”: “Excitan” o estimulan las células neurales hasta matarlas.

Así es que cuando el ácido aspártico es consumido, éste aumenta significativamente los niveles de aspartato en la sangre, lo que produce una gran cantidad de esos neurotransmisores en ciertas áreas del cerebro, donde lentamente comienzan a destruir las neuronas.

Tus células cerebrales podrían estar muriendo ahora mismo, pero tú probablemente no te darás cuenta de los síntomas hasta que el 75 % hayan desaparecido. Entonces, enfermedades crónicas como las siguientes, que pueden ser causadas por la exposición a largo plazo al daño de aminoácidos estimulantes, pueden darse:

- Esclerosis múltiple, las enfermedades de Parkison y Alzheimer.
- Pérdida de memoria y oído.
- Problemas hormonales.
- Epilepsia.
- SIDA.
- Lesiones cerebrales.
- Desórdenes neuroendocrinos.


2. Fenilalanina (el 50 % del aspartamo)

La fenilalanina es un aminoácido que se encuentra normalmente en el cerebro, sin embargo, las personas que tienen el problema genético llamado phenylketonuria (PKU) no pueden metabolizar la fenilalanina. Esto lleva a altos niveles de fenilalanina en el cerebro peligrosos y que a veces pueden ser letales. Se ha demostrado, además, que consumir aspartamo, especialmente junto con hidratos de carbono, puede llevar a niveles excesivos de fenilalanina en el cerebro aunque no se padezca phenylketonuria.
Se ha visto también que consumir aspartamo una sola vez aumenta los niveles de fenilalanina en la sangre. ¿Qué riesgos supone esto?
Niveles excesivos de fenilalanina en tu cerebro pueden hacer que los niveles de serotonina disminuyan, conllevando desórdenes emocionales como la depresión. También puede causar esquizofrenia o hacerte más susceptible a los ataques.


3. Metanol (alcohol de la madera) (el 10 % del aspartamo)

El metanol o alcohol de la madera es un veneno mortal, y la absorción de metanol en tu cuerpo es más acelerada cuando el metanol libre es consumido. Este metanol libre es creado por el aspartamo cuando éste es calentado a más de 30º C. Esto ocurriría si un producto que contiene aspartamo se almacena incorrectamente (por ejemplo, al sol), o cuando es calentado.
Mientras tanto, el metanol se descompone en ácido fórmico y formaldehído (una toxina mortal dentro del organismo).

Incluso la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA) afirma que el metanol “es considerado un veneno acumulativo debido a la baja velocidad de excreción una vez es absorbido. En el cuerpo, el metanol se oxida en formaldehído y ácido fórmico, los cuales son tóxicos.”
La EPA recomienda un límite de consumo de 7,8 mg al día, pero un litro de bebida edulcorada con aspartamo contiene 56 mg de metanol aproximadamente. Los grandes consumidores de productos que contienen aspartamo ingieren hasta 250 mg de metanol diariamente, es decir, 32 veces el límite establecido por la EPA.

Los síntomas de envenenamiento con metanol son numerosos y variados. Entre ellos están:
- Problemas de visión
- Dolores de cabeza, zumbido en los oídos, mareos.
- Náuseas y molestias gastrointestinales.
- Debilidad, entumecimiento, y dolores punzantes en las extremidades.
- Problemas de comportamiento.
- Fallos en la memoria.


¿CREES TODAVÍA QUE EL ASPARTAMO NO ES PELIGROSO?

Prácticamente podría estar días hablando de los numerosos problemas que rodean a este edulcorante artificial; los peligros con los que amenaza a tu salud, y la flagrante codicia y manipulación que lo han conseguido colocar en el mercado.

Por eso es por lo que dediqué años a investigar y escribir “El dulce engaño” (Sweet Deception). Es el libro más completo en el mercado sobre el tema, y si tú o tus seres queridos consumís bebidas o alimentos Light, por favor leedlo lo más pronto posible.

También recomiendo ver Sweet Misery, que es en parte documental, en parte historia de detectives que orienta muy bien sobre la controversia que rodea al aspartamo.

El aspartamo no es vuestro amigo. Es directamente responsable del 80-85 % de las reclamaciones de alimentos registradas en la FDA...

Aparte del daño que le puede hacer al cerebro, el aspartamo puede causar cáncer. Un estudio de SIETE años bien controlado y revisado por pares, llegó a la conclusión de que tan poquito como 20 mg por día puede causar cáncer en humanos. Un refresco light de 35 cl. contiene 180 mg de aspartamo, así que haz las cuentas de ese riesgo.

Si tienes paquetes de NutraSweet o Equal (edulcorantes artificiales) en tu casa, te animo a que te libres de ellos. El único uso bueno que he oído de ellos es usarlos para matar hormigas en tu cocina.

Y si estás consumiendo productos Light de cualquier tipo, tíralos también. Tu salud estará mucho mejor sin ese tipo de alimentos. Estos productos bajos en calorías, ¡no te ayudan a perder peso! Esa idea es un mito. Hace casi una década unos estudios revelaron que los edulcorantes artificiales pueden:

- Estimular tu apetito.
- Incrementar los antojos de carbohidratos.
- Estimular el almacenamiento de grasa y por tanto el aumento de peso.

En 1986, la American Cancer Society documentó el hecho de que las personas que usan edulcorantes artificiales ganan más peso que aquellos que los evitan. Si estás intentando perder algunos kilos o mantener tu peso, usar un edulcorante artificial sea aspartamo u otro de los nuevos que han creado ahora, no va a tener ningún efecto significativo en el control de peso. Esas calorías que evitaste con la bebida light no significarán nada, si después tienes que comer otra cosa por ejemplo galletas para saciar tu hambre.


Para saber más: Aspartame Disease: An FDA-Approved Epidemic






Traducción de Thais®
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