SOMOS LO QUE COMEMOS

jueves, 26 de febrero de 2009

Seguimos destapando la Verdad

La mafia médica es el título del libro que le costó a la doctora Ghislaine Lanctot su expulsión del colegio de médicos y la retirada de su licencia para ejercer medicina. Se trata probablemente de la denuncia publicada más completa, integral, explícita y clara del papel que juega a nivel mundial el complejo formado por el Sistema Sanitario y las industria farmacéutica. 

El libro expone, por una parte, la érronea concepción de la salud y la enfermedad que tiene la sociedad occidental moderna, fomentada por esta mafia médica que ha monopolizado la salud pública creando el más lucrativo de los negocios. Además de tratar sobre la verdadera naturaleza de las enfermedades, explica cómo las grandes empresas farmacéuticas controlan no sólo la investigación sino también la docencia médica, y cómo se ha creado un Sistema Sanitario basado en la enfermedad en lugar de en la salud, que cronifica enfermedades y mantiene a los ciudadanos ignorantes y dependientes de él. El libro es pura artillería pesada contra todos los miedos y mentiras que destrozan nuestra salud y nuestra capacidad de autorregulación natural, volviéndonos manipulables y completamente dependientes del sistema. A continuación, una estupenda entrevista a la autora que realizó Laura Jimeno Muñoz para Discovery Salud:

. MEDICINA SIGNIFICA NEGOCIO

La autora de La mafia médica acabó sus estudios de Medicina en 1967, una época en la que -como ella misma confiesa- estaba convencida de que la Medicina era extraordinaria y de que antes del final del siglo XX se tendría lo necesario para curar cualquier enfermedad. Sólo que esa primera ilusión fue apagándose hasta extinguirse.

-¿Por qué esa decepción?

Porque empecé a ver muchas cosas que me hicieron reflexionar. Por ejemplo, que no todas las personas respondían a los maravillosos tratamientos de la medicina oficial. Además, en aquella época entré en contacto con varios ’terapeutas suaves’ -es decir, practicantes de terapias no agresivas- que no tuvieron reparo alguno en abrirme sus consultas y dejarme ver lo que hacían. Y llegué pronto a la conclusión de que las medicinas no agresivas son más eficaces, más baratas y, encima, tienen menores efectos secundarios.

-Y supongo que empezó a preguntarse por qué en la Facultad nadie le había hablado de esas terapias alternativas no agresivas

Así es. Luego mi mente fue más allá y empecé a cuestionarme cómo era posible que se tratara de charlatanes a personas a las que yo misma había visto curar y por qué se las perseguía como si fueran brujos o delincuentes. Por otra parte, como médico había participado en muchos congresos internacionales -en algunos como ponente- y me di cuenta de que todas las presentaciones y ponencias que aparecen en tales eventos están controladas y requieren obligatoriamente ser primero aceptadas por el ’comité científico’ organizador del congreso. ¿Y quién designa a ese comité científico? Pues generalmente quien financia el evento: la industria farmacéutica. ¡Sí, hoy son las multinacionales las que deciden hasta qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se publica y expone en los congresos de medicina! El control es absoluto.

-Y eso fue clarificador para usted

Y tanto. Darme cuenta del control y de la manipulación a la que están sometidos los médicos -y los futuros médicos, es decir, los estudiantes- me hizo entender claramente que la Medicina es, ante todo, un negocio. La Medicina está hoy controlada por los seguros -públicos o privados, da igual- porque en cuanto alguien tiene un seguro pierde el control sobre el tipo de medicina al que accede. Ya no puede elegir. Es más, los seguros determinan incluso el precio de cada tratamiento y las terapias que se van a practicar. Y es que si miramos detrás de las compañías de seguros o de la seguridad social ... encontramos lo mismo.

-El poder económico

Exacto, es el dinero quien controla totalmente la Medicina. Y lo único que de verdad interesa a quienes manejan este negocio es ganar dinero. ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma ... porque las personas sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación ... pero nunca fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no interesa. La medicina actual está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y compre fármacos; si es posible, toda la vida.

UN SISTEMA DE ENFERMEDAD

-Infiero que ésa es la razón de que en su libro se refiera al sistema sanitario como ’sistema de enfermedad’

Efectivamente. El llamado sistema sanitario es en realidad un sistema de enfermedad. Se practica una medicina de la enfermedad y no de la salud. Una medicina que sólo reconoce la existencia del cuerpo físico y no tiene en cuenta ni el espíritu, ni la mente, ni las emociones. Y que además trata sólo el síntoma y no la causa del problema. Se trata de un sistema que mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se estimula para que consuma fármacos de todo tipo.
-Se supone que el sistema sanitario está al servicio de las personas

Está al servicio de quien le saca provecho: la industria farmacéutica. De manera oficial -puramente ilusoria- el sistema está al servicio del paciente pero, oficiosamente, en la realidad, el sistema está a las órdenes de la industria que es la que mueve los hilos y mantiene el sistema de enfermedad en su propio beneficio. Se trata, en suma, de una auténtica mafia médica, de un sistema que crea enfermedades y mata por dinero y por poder.

-¿Y qué papel juega el médico en esa mafia?

El médico es -muchas veces de forma inconsciente, es verdad- la correa de transmisión de la gran industria. Durante los 5 a 10 años que pasa en la Facultad de Medicina el sistema se encarga de inculcarle unos determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras posibilidades. Posteriormente, en los hospitales y congresos médicos, se les refuerza en la idea de que la función del médico es curar y salvar vidas, de que la enfermedad y la muerte son fracasos que debe evitar a toda costa y de que la enseñanza recibida es la única válida. Además se les enseña que el médico no debe implicarse emocionalmente y que es un ’dios’ de la salud. De ahí que incluso exista caza de brujas entre los propios profesionales de la medicina. La medicina oficial, la ’científica’, no puede permitir que existan otras formas de curar que no sean serviles al sistema.

-El sistema, en efecto, pretende hacer creer que la única medicina válida es la llamada ’medicina científica’, la que usted aprendió y de la que ha renegado. Precisamente en el mismo número en que va a aparecer su entrevista publicamos un artículo al respecto

La medicina científica está enormemente limitada porque se basa en la física materialista de Newton: tal efecto obedece a tal causa. Y, por ende, tal síntoma precede a tal enfermedad y requiere tal tratamiento. Se trata de una medicina que además sólo reconoce lo que se ve, se toca o se mide y niega toda conexión entre las emociones, el pensamiento, la conciencia y el estado de salud del físico. Y cuando se la importuna con algún problema de ese tipo le cuelga la etiqueta de ’enfermedad psicosomática’ al paciente y le envía a casa tras recetarle pastillas para los nervios.

.-Es decir, que a su juicio, la medicina convencional sólo se ocupa de hacr desaparecer los síntomas.

Salvo en lo que a cirugía se refiere, los antibióticos y algunas pocas cosas más, como los modernos medios de diagnóstico, sí. Da la impresión de curar pero no cura. Simplemente elimina la manifestación del problema en el cuerpo físico pero éste, tarde o temprano, resurge.

-A su juicio, pues, dan mejor resultado las llamadas medicinas suaves o no agresivas

Son una mejor opción porque tratan al paciente de forma holística y le ayudan a sanar ... pero tampoco curan. Mire, cualquiera de las llamadas medicinas alternativas constituyen una buena ayuda pero son sólo eso: complementos. Porque el verdadero médico es uno mismo. Y cuando uno es consciente de su soberanía sobre la salud deja de necesitar terapeutas. El enfermo es el único que puede curarse. Nadie puede hacerlo en su lugar. La autosanación es la única medicina que cura. La cuestión es que el sistema trabaja para que olvidemos nuestra condición de seres soberanos y nos convirtamos en seres sumisos y dependientes. En nuestras manos está, pues, romper esa esclavitud.

-Y, en su opinión, ¿por qué las autoridades políticas, médicas, mediáticas y económicas lo permiten? ¿Por qué los gobiernos no acaban con este sistema de enfermedad, costosísimo por otra parte?

A ese respecto tengo tres hipótesis. La primera es que quizás no saben que todo esto está pasando ... pero es difícil de aceptar porque la información está a su alcance desde hace muchos años y en los últimos veinte años son ya varias las publicaciones que han denunciado la corrupción del sistema y la conspiración existente. La segunda hipótesis es que no pueden acabar con ello ... pero también resulta difícil de creer porque los gobiernos tienen el suficiente poder.

-Y la tercera, supongo, es que no quieren acabar con el sistema

Pues lo cierto es que, eliminadas las otras dos hipótesis, ésa parece la más plausible. Y si un Gobierno se niega a acabar con un sistema que arruina y mata a sus ciudadanos es porque forma parte de él, porque forma parte de la mafia.

LA MAFIA MÉDICA

-¿Quiénes integran, a su juicio, la ’mafia médica’?

A diferentes escalas y con distintas implicaciones, por supuesto, la industria farmacéutica, las autoridades políticas, los grandes laboratorios, los hospitales, las compañías aseguradoras, las Agencias del Medicamento, los colegios de médicos, los propios médicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) -el Ministerio de Sanidad de la ONU- y, por supuesto, el gobierno mundial en la sombra del dinero.

-Tenemos entendido que para usted la Organización Mundial de la Salud es ’la mafia de las mafias

Así es. Esa organización está completamente controlada por el dinero. La OMS es la organización que establece, en nombre de la salud, la ’política de enfermedad’ en todos los países. Todo el mundo tiene que obedecer ciegamente las directrices de la OMS. No hay escapatoria. De hecho, desde 1977, con la Declaración de Alma Ata, nadie puede escapar de su control.

-¿En qué consiste esa declaración?

Se trata de una declaración que da a la OMS los medios para establecer los criterios y normas internacionales de práctica médica. Se desposeyó así a los países de su soberanía en materia de salud para transferirla a un gobierno mundial no elegido cuyo ’ministerio de salud’ es la OMS. Desde entonces ’derecho a la salud’ significa ’derecho a la medicación’. Así es como se han impuesto las vacunas y los medicamentos a toda la población del globo.

-Una labor que no se cuestiona

Claro, porque, ¿quién va a osar dudar de las buenas intenciones de la Organización Mundial de la Salud? Sin embargo, hay que preguntarse quién controla a su vez esa organización a través de la ONU: el poder económico.

-¿Cree que ni siquiera las organizaciones humanitarias escapan a ese control?

Por supuesto que no. Las organizaciones humanitarias también dependen de la ONU, es decir, del dinero de las subvenciones. Y, por tanto, sus actividades están igualmente controladas. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras creen que sirven altruistamente a la gente pero en realidad sirven al dinero.

-Una mafia sumamente poderosa

Omnipotente, diría yo. Ha eliminado toda competencia. Hoy día a los investigadores se les ’orienta’. Los disidentes son encarcelados, maniatados y reducidos al silencio. A los terapeutas ’alternativos’ se les tilda de locos, se les retira la licencia o se les encarcela también. Los productos alternativos rentables han caído igualmente en manos de las multinacionales gracias a las normativas de la OMS y a las patentes de la Organización Mundial del Comercio. Las autoridades y sus medios de comunicación social se ocupan de alimentar entre la población el miedo a la enfermedad, a la vejez y a la muerte. De hecho, la obsesión por vivir más o, simplemente, por sobrevivir ha hecho prosperar incluso el tráfico internacional de órganos, sangre y embriones humanos. Y en muchas clínicas de fertilización en realidad se ’fabrican’ multitud de embriones que luego se almacenan para ser utilizados en cosmética, en tratamientos rejuvenecedores, etc. Eso sin contar con que se irradian los alimentos, se modifican los genes, el agua está contaminada, el aire envenenado... Es más, los niños reciben absurdamente hasta 35 vacunas antes de ir a la escuela. Y así, cada miembro de la familia tiene ya su pastillita: el padre, la Viagra; la madre, el Prozac; el niño, el Ritalin. Y todo esto, ¿para qué? Porque el resultado es conocido: los costes sanitarios suben y suben pero la gente sigue enfermando y muriendo igual.


. LAS AUTORIDADES MIENTEN

Lo que usted explica del sistema sanitario imperante es una realidad que cada vez más gente empieza a conocer pero nos han sorprendido algunas de sus afirmaciones respecto a lo que define como ’las tres grandes mentiras de las autoridades políticas y sanitarias’

Pues lo reitero: las autoridades mienten cuando dicen que las vacunas nos protegen, mienten cuando dicen que el sida es contagioso y mienten cuando dicen que el cáncer es un misterio.

-Bien, hablemos de ello aunque ya le adelanto que en la revista no compartimos algunos de sus puntos de vista. Si le parece, podemos empezar hablando de las vacunas. A nuestro juicio, afirmar que ninguna vacuna es útil no se sostiene. Otra cosa, que sí compartimos, es que algunas son ineficaces y otras inútiles; a veces, hasta peligrosas

Pues yo mantengo todas mis afirmaciones. La única inmunidad auténtica es la natural y ésa la desarrolla el 90% de la población antes de los 15 años. Es más, las vacunas artificiales cortocircuitan por completo el desarrollo de las primeras defensas del organismo. Y que las vacunas tienen riesgos es algo muy evidente; a pesar de lo cual se oculta. Por ejemplo, una vacuna puede provocar la misma enfermedad para la que se pone. ¿Por qué no se advierte? También se oculta que la persona vacunada puede transmitir la enfermedad aunque no esté enferma. Asimismo, no se dice que la vacuna puede sensibilizar a la persona frente a la enfermedad. Aunque lo más grave es que se oculte la inutilidad constatada de ciertas vacunas.
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-¿A cuáles se refiere?

A las de enfermedades como la tuberculosis y el tétanos, vacunas que no confieren ninguna inmunidad; la rubéola, de la que el 90% de las mujeres están protegidas de modo natural; la difteria, que durante las mayores epidemias sólo alcanzaba al 7% de los niños a pesar de lo cual hoy se vacuna a todos; la gripe y la hepatitis B, cuyos virus se hacen rápidamente resistentes a los anticuerpos de las vacunas.

-¿Y hasta qué punto pueden ser también peligrosas?

Las innumerables complicaciones que causan las vacunas -desde trastornos menores hasta la muerte- están suficientemente documentadas; por ejemplo, la muerte súbita del lactante. Por eso hay ya numerosas protestas de especialistas en la materia y son miles las demandas judiciales que se han interpuesto contra los fabricantes. Por otra parte, cuando se examinan las consecuencias de los programas de vacunaciones masivas se extraen conclusiones esclarecedoras.

-Le agradecería que mencionara algunas

Mire, en primer lugar las vacunas son caras y le suponen a los estados un gasto de miles de millones de dólares al año. Por tanto, el único beneficio evidente y seguro de las vacunas ... es el que obtiene la industria. Además, la vacunación estimula el sistema inmune pero, repetida la vacunación, el sistema se agota. Por tanto, la vacuna repetida puede hacer, por ejemplo, estallar el ’sida silencioso’ y garantizar un ’mercado de la enfermedad’ perpetuamente floreciente. Más datos: la vacunación incita a la dependencia médica y refuerza la creencia de que nuestro sistema inmune es ineficaz. Aunque lo más horrible es que la vacunación facilita los genocidios selectivos pues permite liquidar a personas de cierta raza, de cierto grupo, de cierta región ... Sirve como experimentación para probar nuevos productos sobre un amplio muestrario de la población y es un arma biológica potentísima al servicio de la guerra biológica porque permite intervenir en el patrimonio genético hereditario de quien se quiera.

-Bueno, es evidente que hay muchas cosas de las que se puede hacer un buen o mal uso pero eso depende de la voluntad e intención de quien las utiliza. Bien, hablemos si le parece de la segunda ’gran mentira’ de las autoridades: usted afirma que el Sida no es contagioso. Y perdone, pero así como el resto de sus afirmaciones en este ámbito nos han parecido razonadas y razonables, no hemos visto que argumente esa afirmación

Yo afirmo que la teoría de que el único causante del sida es el VIH o Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida es falsa. Ésa es la gran mentira. La verdad es que tener el VIH no implica necesariamente desarrollar sida. Porque el sida no es sino una etiqueta que se ’coloca’ a un estado de salud al que dan lugar numerosas patologías cuando el sistema inmune está bajo. Y niego que tener sida equivalga a muerte segura. Pero, claro, esa verdad no interesa. Las autoridades nos imponen a la fuerza la idea de que el Sida es una enfermedad causada por un solo virus a pesar de que el propio Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, co-descubridor oficial del VIH en 1983, reconoció ya en 1990 que el VIH no es suficiente por sí solo para causar el sida. Otra evidencia es el hecho de que hay numerosos casos de sida sin virus VIH y numerosos casos de virus VIH sin sida (seropositivos). Por otro lado, aún no se ha conseguido demostrar que el virus VIH cause el sida, lo cual es una regla científica elemental para establecer una relación causa-efecto entre dos factores. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que el VIH es un retrovirus inofensivo que sólo se activa cuando el sistema inmune está debilitado.

-Por cierto, usted afirma en su libro que el VIH fue creado artificialmente en un laboratorio

Sí. Investigaciones de eminentes médicos indican que el VIH fue creado mientras se hacían ensayos de vacunación contra la hepatitis B en grupos de homosexuales. Y todo indica que el continente africano fue contaminado del mismo modo durante campañas de vacunación contra la viruela. Claro que otros investigadores van más lejos aún y afirman que el virus del sida fue cultivado como arma biológica y después deliberadamente propagado mediante la vacunación de grupos de población que se querían exterminar.

-También observamos que ataca duramente la utilización del AZT para tratar el sida

Ya en el Congreso sobre SIDA celebrado en Copenhague en mayo de 1992 los ’supervivientes del sida’ afirmaron que la solución entonces propuesta por la medicina científica para combatir el VIH, el AZT, era absolutamente ineficaz. Hoy eso está fuera de toda duda. Pues bien, yo afirmo que se puede sobrevivir al sida ... pero no al AZT. Este medicamento es más mortal que el sida. El simple sentido común permite entender que no es con fármacos inmunodepresores como se refuerza el sistema inmunitario. Mire, el sida se ha convertido en otro gran negocio. Por tanto, se promociona ampliamente combatirlo porque ello da mucho dinero a la industria farmacéutica. Es así de simple.

-Hablemos de la ’tercera gran mentira’ de las autoridades: la de que el cáncer es un misterio

El llamado cáncer, es decir, la masiva proliferación anómala de células, es algo tan habitual que todos lo padecemos varias veces a lo largo de nuestra vida. Sólo que cuando eso sucede el sistema inmunitario actúa y destruye las células cancerígenas. El problema surge cuando nuestro sistema inmunitario está débil y no puede eliminarlas. Entonces el conjunto de células cancerosas acaba creciendo y formando un tumor.

-Y es en ese momento cuando se entra en el engranaje del ’sistema de enfermedad’

Así es. Porque cuando se descubre un tumor se le ofrece de inmediato al paciente, con el pretexto de ayudarle, que elija entre estas tres posibilidades o ’formas de tortura’: amputarle (cirugía), quemarle (radioterapia) o envenenarle (quimioterapia). Ocultándosele que hay remedios alternativos eficaces, inocuos y baratos. Y después de cuatro décadas de ’lucha intensiva’ contra el cáncer, ¿cuál es la situación en los propios países industrializados? Que la tasa de mortalidad por cáncer ha aumentado. Ese simple hecho pone en evidencia el fracaso de su prevención y de su tratamiento. Se han despilfarrado miles de millones de euros y tanto el número de enfermos como de muertos sigue creciendo. Hoy sabemos a quién beneficia esta situación. Como sabemos quién la ha creado y quién la sostiene. En el caso de la guerra todos sabemos que ésta beneficia sobre todo a los fabricantes y traficantes de armas. Bueno, pues en medicina quienes se benefician son los fabricantes y traficantes del ’armamento contra el cáncer’; es decir, quienes están detrás de la quimioterapia, la radioterapia, la cirugía y toda la industria hospitalaria.

LA MAFIA, UNA NECESIDAD EVOLUTIVA

-Sin embargo, a pesar de todo, usted mantiene que la mafia médica es una necesidad evolutiva de la humanidad. ¿Qué quiere decir con esa afirmación?

Verá, piense en un pez cómodamente instalado en su pecera. Mientras tiene agua y comida todo está bien pero si le empieza a faltar el alimento y el nivel del agua desciende peligrosamente el pez decidirá saltar fuera de la pecera buscando una forma de salvarse. Bueno, pues yo entiendo que la mafia médica nos puede empujar a dar ese salto individualmente. Eso sí, habrá mucha gente que preferirá morir a saltar.

-Pero para dar ese salto es preciso un nivel de conciencia determinado

Sí. Y yo creo que se está elevando mucho y muy rápidamente. La información que antes se ocultaba ahora es pública: que la medicina mata personas, que los medicamentos nos envenenan, etc. Además, el médico alemán Ryke Geerd Hamer ha demostrado que todas las enfermedades son psicosomáticas y las medicinas no agresivas ganan popularidad. La mafia médica se desplomará como un castillo de naipes cuando un 5% de la población pierda su confianza en ella. Basta que ese porcentaje de la población mundial sea consciente de su propia divinidad. Entonces decidirá escapar de la esclavitud a la que le tiene sometida la mafia y el sistema actual se derrumbará. Tan sencillo como eso.

-¿Y en qué punto cree que estamos?

Pues no sabría cuantificarlo pero pienso que probablemente en menos de 5 años todo el mundo se dará cuenta ya de que cuando va al médico va a un especialista de la enfermedad y no a un especialista de la salud. Dejar a un lado la llamada ’medicina científica’ y la seguridad que propone para ir a un terapeuta es ya un paso importante. También lo es perder el respeto y la obediencia ciega al médico. El gran paso es decir no a la autoridad exterior y decir sí a nuestra autoridad interior.

-¿Y qué es lo que nos impide romper con la autoridad exterior?

El miedo. Tenemos miedo a no acudir al médico. Pero es el miedo, por sí mismo, quien nos puede enfermar y matar. Nos morimos de miedo. Se nos olvida que la naturaleza humana es divina, es decir, concebida para comportarnos como dioses. ¿Y desde cuándo los dioses tienen miedo? Cada vez que nos comportamos de manera diferente a la de un dios nos ponemos enfermos. Esa es la realidad.

-¿Y qué cree que pueden hacer los medios de comunicación para contribuir a la elevación de la conciencia en esta materia?

Informar sin intentar convencer. Decir lo que sabéis y dejar a la gente hacer lo que quiera con la información. Porque intentar convencerles sería imponer otra verdad y de nuevo estaríamos en otra guerra. Se necesita sólo dar referencias. Basta decir las cosas. Luego, la gente las escuchará si resuenan en ellos. Y si su miedo es mayor que su amor por sí mismos dirán: ’Eso es imposible’. En cambio, si tienen abierto el corazón, escucharán y se cuestionarán sus convicciones. Es entonces, en ese momento, cuando quieran más, cuando se les puede dar más información.


Laura Jimeno Muñoz

lunes, 23 de febrero de 2009

Venta de enfermedades


El esperpento en el ámbito de la salud es tal que hay compañías farmacéuticas cuya estrategia es inventarse enfermedades para luego tratarlas con medicamentos preparados a la carta. El hecho ya ha sido denunciado ampliamente pero ahora dos científicos de la Universidad de Newcastle (Australia), David Henry y Ray Moynihan, acaban de publicar en Public Library of Science Medicine una investigación donde denuncian que actualmente se presentan ya como enfermedades a tratar con fármacos desde la menopausia al exceso de colesterol pasando por las disfunciones sexuales temporales, el llamado síndrome de piernas inquietas, el síndrome del intestino irritado... En suma, exagerando problemas menores para darles la categoría de enfermedades y se traten con fármacos.

La salud enferma. Nuestra obsesión por revivir el mito de Fausto y conseguir la eterna juventud eludiendo además la enfermedad a toda costa ha terminado por convertir nuestra salud en un puro objeto comercial en manos de las grandes corporaciones farmacéuticas que, con la misma lógica con la que hoy nos venden un móvil de tercera generación o un ordenador más potente, nos venden un nuevo medicamento. Es decir, primero crean la necesidad en el consumidor y después le ofrecen satisfacerla. Pues bien, teniendo en cuenta esa estrategia hoy algunas farmacéuticas buscan "conjuntos de síntomas" -bautizados como "síndromes"- para luego etiquetarlos como "enfermedades". Y a continuación se desarrolla el tratamiento "específico" para cada una de esas "nuevas" enfermedades "descubiertas" -tratamiento al que llaman "protocolo"-, normalmente un fármaco o serie de fármacos que en realidad sólo palian o alivian algunos de los síntomas elegidos para cada síndrome. Fármacos que inevitablemente provocan efectos secundarios adversos que no se tenían antes y que normalmente terminan convirtiendo al paciente -¿por qué cree usted que se llama a los enfermos pacientes?- en un consumidor crónico de los mismos. Efectos adversos negativos que se califican de inevitables para tratar la enfermedad principal y que dan lugar a la ingesta de nuevos fármacos que los palien... con el riesgo de provocar nuevos problemas. Problemas que... Se entra así en un círculo vicioso en el que una vez se entra es difícil salir. Y el negocio está asegurado.

Y quede bien claro -en ello coinciden todos los que denuncian este problema- que en el extremo de cada situación siempre habrá alguien cuyos padecimientos quizás sí hagan necesaria la atención especializada y farmacológica. Dicho lo cual no es menos cierto que la necesaria atención de unos pocos no justifica la medicalización a que se está sometiendo hoy a la mayoría de la sociedad.

Hace una década Lynn Payer -periodista científica preocupada por las distintas soluciones que sobre los mismos problemas médicos había en diferentes países desarrollados y que estaban en función de sus distintas visiones culturales y sociales- escribió un libro titulado Disease Mongering. Acuñaba así públicamente por primera vez una expresión que podríamos traducir como Tráfico de enfermedades y que sirve en la actualidad para definir -todavía con cierta ambigüedad- uno de los principales problemas que hoy -y aumentarán en el futuro- deben afrontar las personas de nuestra sociedad.

Payer describía muy bien en ese libro la confluencia de intereses entre las compañías farmacéuticas y los medios de comunicación para exagerar la severidad de las enfermedades y la capacidad de los medicamentos para curarlas. "Dado que la enfermedad es un concepto social -escribió- los proveedores pueden crear su propia demanda, esencialmente ensanchando las definiciones de enfermedades de tal manera que incluyan el mayor número de personas e hilando nuevas enfermedades". Desde entonces las evidencias de que ya está pasando así no han hecho más que crecer. En la misma medida, paradójicamente, en que se hace cada vez más difícil encontrar soluciones para las dolencias realmente preocupantes. Ser mujer, por ejemplo, es ya hoy -desde el punto de vista de los grandes laboratorios y, por ende, de los médicos, básicamente "formados" por las multinacionales una vez salen de las facultades de Medicina- una especie de "enfermedad continua". Toda mujer es hoy candidata a alguna de las muchas y nuevas patologías psiquiátricas de la niñez, víctima propiciatoria de la anorexia y la bulimia en la adolescencia o persona sufriente de "problemas menstruales" o de los derivados de la concepción en la etapa adulta. En suma, ha sido convertida en objetivo fácil de toda clase de "padecimientos" en la premenopausia, en la menopausia y en la postmenopausia. Sin contar las posibles "disfunciones sexuales" que muchos están empeñados en generalizar.

Afortunadamente desde que Payer escribió su obra ha habido cada vez más voces que denuncian la medicalización de nuestra sociedad. Es el caso de Kalman Applbaum, profesor de Antropología Médica en la Universidad de Wisconsin y estudioso del tema: "En nuestra persecución de la promesa utópica de una perfecta salud hemos dado libertad a las corporaciones industriales para tomar el control de los verdaderos instrumentos de nuestra libertad: la objetividad en la ciencia, la ética y la honestidad en el cuidado de la salud, y el privilegio para dotar a la Medicina de autonomía para cumplir su juramento de trabajar en beneficio del enfermo".

ESTRATEGIAS Y ALIANZAS

Pues bien, hay que decir que con el congreso internacional celebrado en Newcastle (Australia) los pasados días 11 y 13 de abril el problema comienza a mostrar su verdadera dimensión y proyección mundial. Y es que el Programa encabezaba su presentación con el siguiente titular: "Un provocativo simposium sobre la venta de enfermedades". No dejando dudas sobre la trascendencia del problema: "La capacidad de la industria para la innovación, esencial para sostener una alta rentabilidad, se ha extendido discutiblemente más allá de la invención de nuevos productos a la creación de nuevas enfermedades, desórdenes y trastornos; y a la expansión de las ya conocidas. Mediante alianzas informales con médicos y grupos de pacientes, y la ayuda de expertos en relaciones públicas, las compañías farmacéuticas fabrican las condiciones de las nuevas enfermedades de la misma manera que fabrican las medicinas. Los ejemplos de desórdenes que se han representado de esa manera son tan diversos como las disfunciones sexuales en el hombre y la mujer, el desorden de ansiedad social o la alopecia".
El periodista Ray Moynihan y el profesor del Farmacología Clínica David Henry -autores del libro Selling Sickness: How the World's Biggest Pharmaceutical Companies Are Turning Us All into Patients (Vendiendo enfermedades: cómo las compañías farmacéuticas más grandes del mundo están convirtiéndonos a todos en pacientes)- se encargaron de abrir el congreso añadiendo nuevas "enfermedades" a las reflejadas a modo de ejemplo en el programa: "Aspectos de la vida ordinaria como la menopausia -denunciaron- están siendo medicalizados. Problemas benignos están siendo tratados como enfermedades graves como ha ocurrido en la promoción financiada por una compañía farmacéutica del síndrome del colón irritable. Y meros factores de riesgo como el nivel alto de colesterol en sangre o el bajo nivel de densidad de los huesos se presentan ya como enfermedades. Hay una confluencia de intereses tras la presentación de ciertos problemas de salud como severos y tratables con píldoras, como ha pasado recientemente con el desorden de ansiedad social".

Obviamente no son las compañías farmacéuticas las únicas responsables de lo que está sucediendo. Nada podrían hacer sin otros personajes imprescindibles en este juego de intereses ocultos. "Las compañías farmacéuticas -señalaron Moynihan y Henry- no son los únicos actores de este drama. A través de nuestro trabajo como periodistas de investigación hemos aprendido cómo las alianzas informales de corporaciones farmacéuticas, compañías de relaciones públicas, grupos de médicos y organizaciones de pacientes promueven sus intereses ante el público y los diseñadores de las políticas sanitarias utilizando a menudo a los medios de comunicación de masas para presionar sobre su particular visión de los problemas. Y está ocurriendo en un momento en el que las compañías farmacéuticas tienen problemas para construir y mantener mercados para sus productos más vendidos y cuando las perspectivas de obtener nuevas y genuinamente innovadoras medicinas son débiles".

En resumen, la herramienta básica de esta estrategia es crear estados de opinión capaces de dirigir la política sanitaria y farmacéutica. "Una estrategia importante de las alianzas -contaron Moynihan y Henry en su conferencia- es suministrar a los medios de comunicación historias diseñadas para crear miedo sobre una condición o enfermedad y atraer la atención sobre el último tratamiento. La compañía se encarga para ello de suministrar paneles asesores de 'expertos independientes' que avalan tales historias, crean o patrocinan grupos de enfermos que proporcionan las 'víctimas' y, finalmente, las empresas de relaciones públicas se ocupan de garantizar el giro positivo hacia sus puntos de vista de los medios de comunicación sobre los últimos 'medicamentos descubiertos'".

JÖRG BLECH Y "LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES"

Jörg Blech, periodista científico especializado en Medicina y que no está considerado alguien contrario al sistema ha escrito sin embargo una obra titulada Los inventores de enfermedades en la que aborda precisamente cómo se lleva a cabo la creación de nuevas enfermedades. Y en la introducción de su libro escribe: "Lo que me une a los médicos críticos -a aquellos a los que disgusta la actual transformación de sus consultas en locales de venta de medicinas- es que no estoy en absoluto contra la industria farmacéutica ni contra la medicina moderna. Me vacuno contra la gripe y cumplo las pautas de prevención contra el cáncer. El dilema radica en que la Medicina ha ampliado su radio de acción de tal forma que se hace cada vez más difícil identificar la propia salud. Escribí este libro porque quiero seguir siendo una persona sana".

Pues bien, Blech ofrece numerosos ejemplos en su libro de cómo se fabrican las enfermedades. Explicando por ejemplo cómo hasta ¡la timidez! pasó un día a convertirse en "enfermedad". Porque aunque el lector lo ignore resulta que en 1980 la FDA la introdujo en el manual de enfermedades como trastorno de ansiedad social clasificándola como de muy rara aparición. Y cuenta cómo en 1998 la empresa SmithKline Beecham solicitó autorización para tratarla poniendo en el mercado un fármaco, el Páxil, indicado para tratar "la fobia social". "Cuando el fármaco se encontraba en pleno proceso de admisión -escribe Blech- la empresa farmacéutica empezó a dar a conocer el potencial patológico de la timidez. La misión de establecer el trastorno de ansiedad social como 'estado patológico serio', según la revista del sector PR News, le fue encomendada a la agencia de comunicación Cohn & Wolf. Un poco más tarde la empresa encontró un eslogan que aludía a que algunas personas reaccionan alérgicamente a otras personas: 'Imagine Being Allergic to People' (Imagina que fueras alérgico a las personas)".

Diseñada la estrategia en las paradas de autobús empezaron entonces a aparecer carteles en los que se veía a un hombre joven deprimido y junto a él una leyenda: "Te pones rojo, sudas, tiemblas, hasta te cuesta respirar. Eso es lo que produce el trastorno de ansiedad social". Con esa simplificación de unos síntomas comunes a millones de personas sanas pretendía conducirlas a identificarse con una condición patológica, hasta ese momento "de muy rara aparición". Es decir, se estaba "ensanchando" el campo de la "enfermedad" y con ello el número de potenciales clientes. Sutilmente, en los anuncios no se hacía referencia a ningún medicamento psicotrópico pero sí a una Asociación contra el trastorno de la ansiedad social compuesta por tres grupos aparentemente de utilidad pública y una asociación de pacientes.

"Sólo que las partes interesadas -escribe Blech- no se habían reunido espontáneamente. La coalición había sido financiada por el laboratorio SmithKline Beecham. Y la empresa de relaciones públicas Cohn & Wolf fue la encargada de contestar a los medios por encargo de esa coalición". Luego, a través de la agencia, emitieron una nota oficial afirmando que el trastorno de ansiedad social "afectaba" al 13'3 % de la población. Es decir que de repente el "trastorno de ansiedad social" se había convertido en la tercera enfermedad psiquiátrica en Estados Unidos -tras la depresión y el alcoholismo- cuando poco antes los psiquiatras hablaban de un 3% de "afectados" como máximo. ¿Cómo era posible? De forma muy simple: un pequeño grupo de psiquiatras había convertido la timidez en una enfermedad social que afectaba a millones de personas eliminando un criterio restrictivo del diagnóstico -"el deseo imperioso de evitar algo"- y creando un nuevo subtipo general.

¿Y cómo se tragaron algo así los medios de comunicación y la sociedad? Pues para que los medios de comunicación "entendieran" la importancia del recién descubierto trastorno usaron la opinión de un psiquiatra autorizado: Jack Gorman. Psiquiatra que según las investigaciones del diario británico The Guardian resultó que trabajaba para SmithKline Beecham y un mínimo de doce empresas farmacéuticas más como asesor a sueldo.

La campaña fue todo un éxito. En los dos años anteriores a la autorización del Paxil sólo medio centenar de informes sobre el "trastorno de ansiedad social" habían llegado a los medios. Pero en mayo de 1999, cuando el medicamento llegó al mercado, llegaron centenares. Y a finales del 2001 el Paxil, el nuevo remedio contra la fobia generalizada y social, se había puesto en ventas a la altura del antidepresivo más conocido y consumido de Estados Unidos: el Prozac.

En resumen, una enfermedad inexistente, inventada, ha hecho ganar una gigantesca fortuna a sus inventores. Sobre ello cuenta Blech en otro capítulo del libro: "Para poder mantener el enorme crecimiento de los años anteriores la industria de la salud tiene que tratar cada vez a más personas que en realidad están sanas. Los grupos farmacéuticos que operan globalmente y las asociaciones de médicos conectadas internacionalmente definen de nuevo nuestra salud: los altibajos naturales de la vida y los comportamientos normales son tergiversados de forma sistemática y convertidos en estados patológicos. Las empresas farmacéuticas patrocinan la invención de cuadros clínicos completos y consiguen así nuevos mercados".

UN PLAN PERFECTO

Otro ejemplo que nos permite entender cómo se gesta y desarrolla este nuevo tráfico de enfermedades nos lo proporcionan los antes mencionados Ray Moynihan y David Henry quienes junto a Iona Health publicaron un artículo contándolo en la revista British Medical Journal. El objetivo en este caso era aumentar la venta del Lotronex, un fármaco de GlaxoSmithKline. Y el medio consistía en crear otra enfermedad: el "síndrome de colon irritable".

"Lo que para muchas personas es un desorden funcional menor -explican en el artículo- que requiere poco más que la certeza sobre su curso natural benigno está siendo actualmente reestructurado como una enfermedad seria que requiere una etiqueta y un medicamento con todos los costes y daños asociados". En su trabajo de investigación los autores accedieron al proyecto concebido por una compañía de comunicaciones médica -In Vivo Communications- especializada en proporcionar educación médica. Y ésta, en lo que eufemísticamente describe como "programa de educación médica", definió una estrategia a tres años para crear una nueva percepción del síndrome de colon irritable como "una enfermedad creíble, común y concreta". Según los documentos el principal objetivo del "programa de educación" quedaba perfectamente definido: "El SCI (síndrome del colon irritable) debe establecerse en las mentes de los doctores como un significativo estado de enfermedad". Por supuesto, no se olvidaron de los pacientes: "Deben ser convencidos de que el SCI es un desorden médico común y reconocido". El otro objetivo del plan consistía en promover la "nueva terapia clínica probada": el Lotronex.

Paso fundamental para todo esto era preparar un panel asesor con un líder de opinión de cada estado de Australia a fin de conocer su opinión y "las posibilidades para formarla". La estrategia pasaba después por convencer al mercado especializado de que el SCI es una "enfermedad seria y creíble".

La agencia In Vivo recomendaba para convencer a los médicos publicar una serie de anuncios en las principales revistas médicas ofreciendo también entrevistas con miembros del panel asesor de la compañía ya que "la credibilidad de los miembros del panel es inestimable para tranquilizar a los médicos generales de que el material que reciben es clínicamente válido". Otros grupos destinados a recibir el material promocional incluían farmacéuticos, enfermeras, pacientes y una fundación médica a la que se la reconocía una "relación cercana" con In Vivo.

"Más allá de la integridad o competencia de los profesionales -escriben los autores del artículo- o de los grupos de pacientes involucrados, y sin buscar minimizar la importancia del desorden para algunos individuos, este plan muestra que personal y organizaciones financiadas por una compañía de medicamentos están ayudando a formar a la opinión médica y pública sobre una condición que la compañía considera objetivo comercial para su nuevo producto. Aunque GlaxoSmithKline ha defendido que su patrocinio de la educación puede mejorar los hábitos de prescripción de los doctores (comunicación de 7 de marzo del 2002) el conflicto de interés es obvio y potencialmente peligroso".

Finalmente la campaña propuesta se detuvo debido a que el Lotronex fue retirado del mercado cuando la FDA constató sus graves efectos secundarios (en algunos casos mortales).

LA ALOPECIA Y EL "PROPECIA"

Un proceso similar se siguió para tratar de vender un producto de los laboratorios Merck para el crecimiento del pelo: Propecia. ¿Cómo? Pues convirtiendo un proceso ordinario y sin ninguna importancia médica como es la falta de pelo en poco menos que un problema médico de graves consecuencias. La estrategia ya la conocemos: coincidiendo con el momento de la puesta en el mercado del producto comenzaron a aparecer en los medios de comunicación informes sobre los traumas emocionales asociados con la pérdida de pelo. Y en un artículo de cuatro páginas dedicado al tema se ofrecían los datos de un "estudio" que sugería que un tercio de los hombres experimentaba algún grado de pérdida de cabello sugiriendo a continuación que ello podía llevarles al pánico y a otros problemas emocionales. Incluso tener un impacto en su búsqueda de trabajo y en su bienestar mental. Y para apoyar la credibilidad de lo que se decía se hablaba de la reciente creación del International Hair Study Institute. Lo que en el artículo no se decía es que tanto el "estudio" como el instituto estaban financiados por los ya mencionados laboratorios y que los expertos citados habían sido proporcionados por la agencia de relaciones públicas Edelman De más está decir que la compañía justificó su actuación en el derecho de las personas a ser conscientes de las opciones existentes para detener la pérdida del cabello. Lo que no justifica en modo alguno, sin embargo, que asociaran descaradamente paro, pánico, traumas y otros problemas emocionales con la pérdida del cabello hasta hacer aparecer la alopecia como una patología.

HAY MUCHAS ENFERMEDADES INVENTADAS

Y no crea el lector que se trata de unos pocos ejemplos no significativos. En los próximos meses vamos a ir desgranando las conclusiones más importantes presentadas durante el congreso que antes mencionamos sobre las enfermedades que pueden incluirse en la lista de lo que muchos consideran enfermedades inventadas. Así se presentó también, por ejemplo, el llamado Trastorno Sexual Femenino que se afirma padece el 43% de las mujeres norteamericanas. En su ponencia, Leonore Tiefer -profesora de Psiquiatría en la Escuela Universitaria de Medicina de Nueva York- la definió como "un caso de libro de texto de enfermedad inventada por la industria farmacéutica y otros". "Recientemente -señaló- la industria farmacéutica ha mostrado un interés agresivo por el sexo usando agencias de relaciones públicas, anuncios directos al consumidor, la promoción de prescripciones para usos diferentes de los aprobados y otras tácticas para crear un sentido de insuficiencia sexual extendida y así centrar el interés sobre los tratamientos de nuevos medicamentos".

El llamado Trastorno Eréctil fue otra de las áreas de preocupación resaltada en la conferencia. Joël Lexchin -de la School of Health Policy and Management de la Universidad de York (Toronto)- manifestó su convicción en la eficacia y seguridad del Viagra para tratar esa patología cuando se debe a causas como la cirugía de próstata o la diabetes. Sin embargo sostuvo que su fabricante, Pfizer, había cambiado su estrategia de mercado ampliando sus objetivos. Y recordó que mientras en sus anuncios de televisión iniciales la multinacional utilizó la imagen del antiguo senador y aspirante a la carrera presidencial Bob Dole -de 70 años- en la actualidad utiliza la imagen de un corredor de la fórmula NASCAR y la de un jugador de béisbol de los Texas Ranger de 39 años. Para Lexchin la publicidad manda un claro mensaje: "Todos, a cualquier edad, pueden necesitar alguna vez un poco de mejoría; y cualquier desviación de una función eréctil perfecta significa un diagnóstico de Trastorno Eréctil que hay que tratar con Viagra (…) Cada vez más el perfil de edad de hombres que usan Viagra refleja un público más joven aunque Pfizer niega que sea su objetivo. Entre 1998 y 2002 el grupo que más aumento experimentó en el uso de Viagra fue el de los hombres entre edades de 18 y 45". Por supuesto, Pfizer ha manifestado reiteradamente que sólo promueve sus medicamentos de prescripción entre los profesionales médicos y no se dirige al público en general. Y que tampoco recomienda o promueve el uso de Viagra más allá de sus indicaciones terapéuticas. Y hay ingenuos que se lo creen.

También participó David Healy -del Department of Psychological Medicine de la Universidad de Cardiff en Gales- quien criticó una campaña de publicidad en televisión que tras reflejar distintas situaciones de cambio de humor -sin mencionar ningún medicamento- anima luego a los espectadores a que se dirijan a un centro de ayuda bipolar patrocinado por los fabricantes de un medicamento antipsicótico líder de ventas. Healy explicó luego que cada vez más niños menores de 13 años están siendo diagnosticados en Estados Unidos como maníacos depresivos. Y denunció que se estaba prescribiendo a niños de preescolar antidepresivos. "En el caso de los adultos -dijo- hay ya potencial para crear una 'epidemia' de desorden bipolar porque se está diagnosticando esa condición a muchas personas con criterios operacionales que dependen de juicios subjetivos".

También hubo una ponencia sobre el llamado Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad del que en este mismo número de la revista volvemos a ocuparnos. Christine Phillips -de la Australian National University Medical School- alertó sobre lo que ella considera "una penetración organizada de la industria farmacéutica asociada con el SDAH en los ámbitos de la educación". Phillips criticó que las compañías farmacéuticas no proporcionen programas de educación sobre autismo y dislexia, otras dos condiciones que también afectan a la actuación educativa pero que sin embargo no se tratan con medicamentos.

Agregaremos que aunque los problemas de tipo sexual y psiquiátricos son los más proclives a ser convertidos en "enfermedades" también simples factores de riesgo como la baja densidad de los huesos (osteoporosis) o el alto nivel de colesterol -entre otros muchos- están incluidos entre situaciones normales exageradas hasta darlas categoría de enfermedad. Y de ellas nos iremos ocupando en los próximos números.

En suma, la gran industria farmacéutica está medicalizando vergonzosamente a la sociedad instando a la gente a comprar medicamentos para todo. Fármacos en la inmensa mayoría de los casos innecesarios e ineficaces -en muchos casos psicotrópicos- que encima provocan efectos secundarios más o menos graves y que pueden terminar generando la aparición de enfermedades reales. Y no sólo eso. "La medicalización inadecuada - señalan Ray Moynihan y David Henry- conduce a situaciones peligrosas, tratamientos pobres, enfermedades iatrogénicas y pérdidas económicas; así como otros costes indirectos derivados del desvío de recursos que hubieran servido para tratar o prevenir enfermedades más serias. A un nivel más profundo puede ayudar a alimentar obsesiones enfermizas, a disimular o envolver en el misterio las explicaciones sociológicas o políticas de los problemas de salud y a enfocar indebidamente la atención sobre soluciones farmacológicas, individuales o privadas. Más tangiblemente y de forma inmediata los costes de nuevos fármacos destinados a personas esencialmente saludables están amenazando la viabilidad del sistema de seguro de salud universal públicamente consolidado".

Vivimos pues -al menos quienes tenemos la fortuna de hacerlo en países desarrollados- en un mundo aparentemente mejor pero del que, como ocurriera con la Caja de Pandora, no dejan cada año de salir nuevas enfermedades de las que nuestros abuelos ni siquiera habían oído hablar o de las que no tienen ni idea en países con menos recursos porque como allí no son negocio para qué van a promocionarse...

Es tal ya la gravedad del problema que publicaciones como New Scientist han entrado decididamente en la denuncia. En un concluyente editorial titulado Parar el tráfico de enfermedades la revista decía en su número del pasado mes de abril: "Los gobiernos han permitido a los fabricantes de medicamentos ser los principales educadores de políticos, médicos y público en general sobre muchos problemas médicos. Y muchas personas que se sientan en los paneles oficiales que deciden sobre las enfermedades reciben fondos de la industria. Grupos de pacientes, desesperados por encontrar soluciones, a menudo con el apoyo de compañías farmacéuticas, reclaman tratamientos para los que hay pocas o ninguna evidencia científica. Determinados pacientes pueden llegar a sus médicos armados con información dudosa sacada de Internet. Y hay médicos ávidos por probar los tratamientos con medicamentos de moda aunque no hayan sido probados o se hayan aprobado para otros desórdenes; o utilizarlos como la manera más fácil de aplacar a un paciente preocupado. En el centro de esta tela de araña están las compañías farmacéuticas. Para ellas dedicar sus esfuerzos a políticos, médicos y consumidores puede ser un camino más barato para incrementar ventas que crear nuevas medicinas pero eso no es una excusa. Junto al mantra de la Sala de Juntas de 'incrementar los dividendos de los accionistas' debería sentarse la conocida máxima médica 'Ante todo no hacer daño'. El tráfico de enfermedades está dañando a la gente y a los servicios de salud. Es un monstruo que necesita ser detenido".

Y tiene razón. Porque, ¿cómo si no es con el calificativo de monstruosos puede definirse comportamientos como los que describe en su libro Los inventores de enfermedades Jörg Blech: "El Instituto de Salud Mental está financiando un estudio clínico en las guarderías con más de 300 niños que acaban de dejar los pañales. Los sujetos del ensayo, cuya edad oscila entre tres y cinco años, deberán tomar metilfenidato -droga, medicamento psicotrópico, estupefaciente en Alemania, sustancia clasificada junto a la cocaína en Estados Unidos- durante tres años bajo supervisión científica".

¿Nos hemos vuelto locos?.

Leído en Discovery Salud. http://www.dsalud.com/numero84_2.htm

viernes, 20 de febrero de 2009

El negocio de la salud

El negocio de la salud

Columnas > El psicoscopio
Por Javier Akerman

lunes 2 de junio de 2008 17:38 COT

Jeringas

La mayoría de la población cree que su salud está en buenas manos. Cree a pies juntillas lo que los organismos sanitarios nos dicen acerca de las enfermedades y de las diversas formas de combatirlas. Nos han adoctrinado a creer en dogmas que no pueden ser puestos en tela de juicio, pues los pocos que así lo han hecho han visto sus carreras profesionales arruinadas. La nueva Inquisición sanitaria, amparada por las multinacionales farmacéuticas, no permite que nadie pueda sacar a la luz sus negocios mafiosos y los oscuros intereses que se esconden detrás de sus infranqueables muros.

Han exterminado toda competencia. A los investigadores médicos se les “orienta” y los disidentes son encarcelados y sus voces reducidas al silencio. Los posibles productos alternativos naturales que pudieran hacerles la competencia han caído en sus manos gracias a la denominada legislación Codex de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a las patentes de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Los gobiernos y los medios de comunicación se ocupan de influir sobre la población alimentando el miedo a la enfermedad. Se manipulan los genes, se patenta toda forma de vida, se comercia con órganos, se irradian alimentos, se pasteuriza la leche, se imponen obligatoriamente más de treinta vacunas desde la infancia… y mientras tanto los costes suben y las multinacionales se enriquecen a costa de nuestra salud y obligándonos a un silencio selectivo.

Jeringas en la comida

Detrás están las grandes corporaciones bancarias, políticos con enormes sumas de dinero invertidas en acciones de los laboratorios farmacéuticos, como es el caso de Donald Rumsfeld, antiguo secretario de Defensa de los EUA, accionista de la compañía farmacéutica Gilead, la creadora de Tamiflu para la gripe aviar. Robert Zoellick, a quién el propio George W. Bush propuso para presidir el Banco Mundial, ha sido un buen amigo de la industria farmacéutica, como se ha publicado. Associated Press difundió que Karl Rove, el asesor más poderoso de Bush, ya dimitido, tenía un cuarto de millón de dólares en acciones de la farmacéutica Johnson & Johnson. Como puso de manifiesto el periodista Miguel Jara, gracias a la Ley de Acceso a la Información de USA, sabemos qué compañías farmacéuticas ofrecen dinero a qué candidato electoral de aquel país cada vez que hay elecciones, y qué cantidad (enormes cantidades). Luego los ganadores devuelven los favores con leyes hechas a la medida de estas corporaciones o con decisiones que las favorecen. Además, el Gobierno de EUA actúa como representante comercial de las farmacéuticas estadounidenses en los foros globalizadores, como en las reuniones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en la que presiona a favor de las leyes internacionales de patentes. Hoy el dinero de los laboratorios farmacéuticos financia las campañas electorales en EUA y supone el 70% de los ingresos de la FDA, la agencia de medicamentos estadounidense, una institución pública.

Y en Europa ocurre algo parecido. Por ejemplo, en un Congreso Médico las presentaciones y ponencias que aparecen en tales eventos están controladas y requieren obligatoriamente ser primero aceptadas por el "comité científico" organizador del congreso. ¿Y quién designa a ese comité científico? Pues generalmente quien financia el evento: la industria farmacéutica. ¡Si, hoy son las multinacionales las que deciden hasta qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se publica y expone en los congresos de medicina! El control es absoluto, una dictadura sanitaria que nos afecta a todos, incluso a los propios médicos que no tienen acceso a otra fuente de información que no sea la proporcionada por las industrias del sector.

El negocio de la salud

Medicina, dinero

El dinero controla totalmente la Medicina. Y lo único que de verdad interesa a quienes manejan este negocio es ganar dinero. ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma… porque las personas sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación… pero nunca fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no interesa. La medicina actual está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y compre fármacos; si es posible, toda la vida. Y esto lo ratifican muchos médicos, como la Dra. Ghislaine Lanctôt, médica residente en Canadá a la que se le retiró la licencia para ejercer por oponerse a las manipulaciones de los multinacionales “farmafiosas” y denunciar todos estos atropellos. Ellos controlan absolutamente todo: medios de comunicación, organismos oficiales y la propia opinión pública. A quien se atreva a disentir se le difama públicamente, se le arruina su carrera profesional y se le aparta de la sociedad como a un paria.

Mártires de la "farmafia"

Nombres como Mirko Berljanski, que trabajó en el Instituto Pasteur de Francia bajo la tutela de un premio Nobel, o como el Dr. Duesberg, eminente investigador de inmunología de USA. A ambos se les cerró su laboratorio y se les prohibió seguir investigando otras alternativas al SIDA porque se alejaban de la “sacrosanta” verdad oficial. Los que quieren ayudarnos son condenados por charlatanes, y los verdaderos charlatanes, los mafiosos de la salud, gozan de todos los privilegios y se llenan los bolsillos a costa de nuestras enfermedades. Nuestro silencio ante esos atropellos nos mata y empobrece, además de ser un atentado a los derechos humanos.

La paradoja es que cuando un médico utiliza terapias alternativas o no convencionales se le acusa y lleva a los Tribunales por practicar “tratamientos no médicos”, pero cuando un terapeuta no médico utiliza las mismas terapias se le acusa de “ejercicio ilegal de la medicina”. ¡La más absoluta y delirante falta de lógica! Y detrás está apuntando a la nuca la difamación, como arma a utilizar contra los disidentes. En España, a cada momento, saltan a los medios de comunicación campañas de intoxicación y difamación contra las terapias o los productos naturistas, orquestadas y financiadas por los organismos sanitarios públicos y privados que a su vez son dirigidos por las multinacionales farmacéuticas. Vale recordar el caso acerca del Bio-Bac, con una intervención policial de alto nivel; ya podían usar la misma fuerza contra los carteles de la droga. Y todo eso para después demostrar que dicho producto natural era inocuo y había ayudado a aliviar el dolor y el sufrimiento a enfermos desahuciados de cáncer y otras enfermedades degenerativas. Más de una docena de médicos tratados como delincuentes y enjuiciados en los medios de comunicación para mayor escarnio público, y después…el silencio mediático.

Balanza: medicina vs. dinero

En USA otro caso indignante fue el del Dr. Halstead, un médico de California de gran reputación al que se le retiró la licencia para ejercer e incluso ¡se le prohibió afirmar en público que había estudiado medicina! Cinco años de cárcel por tratar a algunos pacientes de cáncer con unas hierbas medicinales que se trajo de Japón. No hubo muertes ni denuncias por parte de sus pacientes. El crimen de este doctor fue apartarse de los tratamientos oficiales del cáncer: quimioterapia, radioterapia y cirugía. Se le ha prohibido incluso dirigir un Instituto de Investigaciones Oceanográficas que no tiene fines lucrativos ni relación con la medicina. ¡Viva la justicia!

En definitiva, y tal como denunció la Dra. Lanctôt, el llamado sistema sanitario es en realidad un sistema de enfermedad. Se practica una medicina de la enfermedad y no de la salud. Una medicina que sólo reconoce la existencia del cuerpo físico y no tiene en cuenta ni el espíritu, ni la mente, ni las emociones. Y que además trata sólo el síntoma y no la causa del problema. Se trata de un sistema que mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se estimula para que consuma fármacos de todo tipo.

El médico es -muchas veces de forma inconsciente, es verdad- la correa de transmisión de la gran industria. Durante los 5 a 10 años que pasa en la Facultad de Medicina el sistema se encarga de inculcarle unos determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras posibilidades. Posteriormente, en los hospitales y congresos médicos, se les refuerza en la idea de que la función del médico es curar y salvar vidas, de que la enfermedad y la muerte son fracasos que debe evitar a toda costa y de que la enseñanza recibida es la única válida. Además se les enseña que el médico no debe implicarse emocionalmente y que es un "dios" de la salud. De ahí que incluso exista caza de brujas entre los propios profesionales de la medicina. La medicina oficial, la "científica", no puede permitir que existan otras formas de curar que no sean serviles al sistema. Al paciente no se le deja elegir la forma en que quiere ser tratado, se le obliga y condiciona para que no se aparte de la senda oficialmente establecida.

Queridos lectores de equinoXio, no comulguemos con ruedas de molino. Exijamos el libre acceso a la información y a que respeten nuestras decisiones y la libertad de elección. Reflexionemos sobre los intereses que se nos ocultan y aprendamos a leer “entre líneas” y a ser críticos con la información que cotidianamente nos satura los sentidos. En otros artículos seguiremos hablando sobre estos temas, pues hay todavía mucho que decir.

13 comentarios para “El negocio de la salud”

  1. Oswaldo
    lunes 2 de junio de 2008, 18:12 COT
    1

    El tema del articulo es una verdad que todos sabemos, como tambien sabemos que la verdad se manipula en todo el mundo. Colombia no es la excepcion. Saben? Ojala sigan asi porque yo me canse y habia dejado de lado muchas cosas por escribir sobre estos temas a los cuales la gente es sorda y ciega.

    Ojala sigan asi.

    saludos. Oswaldo
    http://proyectofuturo.wordpress.com

  2. Javier Akerman
    martes 3 de junio de 2008, 02:25 COT
    2

    Estimado Oswaldo:
    Lo importante es seguir informando. Y yo lo seguiré haciendo de forma periódica.
    Gracias por sus ánimos.
    Un cordial saludo.

  3. Paqui
    martes 3 de junio de 2008, 02:34 COT
    3

    Si yo hace once años (ahora tengo 58) hubiera sabido cuánto pública Miguel Jara en sus libros, conferencias etc., yo me hubiera, informado muy y mucho sobre los medicamentos, ignorante de mi, creia que mi gobierno España, vigilaba y controlaba los medicamentos por la salud de sus ciudadanos.
    Lo puedo decir desde mi tristeza, mi gobierno me enfermo de por vida, por tomar el medicamento Agreal para los sofocos de la menopausia, un antipsicótico que tomé durante 8 años, recetado por mi ginecóloga.
    Era una mujer muy sana, trabajadora, esposa y madre ¿ahora que soy?
    Una enferma con el Sistema Central Nervioso, totalmente deteriorado, con los daños colaterales que por mi enfermedad, he y estoy ocasionando a mi familia.
    ¿Qué hace ahora mi gobierno en este asunto del Agreal, ya no solo por mi sino por miles de mujeres en toda España? Mira hacia otro lado, al igual que los Laboratorios Sanofi Aventis.
    ¿Porqué no quieren pronunciarse ni Ministerio de Sanidad ni Sanofi Aventis, aqui en España de los graves daños e incluso irreversibles que nos ha dejado el Agreal?.
    Pues porque en 22 años que estuvo autorizado, NUNCA fué este medicamento, ni controlado por Farmacovigilancia, Agencia del Medicamento y Sanofi Aventis.
    Tienes razón Migual Jara, prima más los intereses de la Industria Farmaceutica, que la salud del ser humano.

  4. Javier Akerman
    martes 3 de junio de 2008, 08:36 COT
    4

    Estimada Paqui:
    Siento todo lo que le ha ocurrido, al igual que a muchos enfermos más. Por eso publicamos estos artículos, pues la mejor medicina es la información.
    Reciba un cordial saludo.

  5. meneame.net
    martes 3 de junio de 2008, 08:42 COT
    5

    El negocio de la salud…

    La mayoría de la población cree que su salud está en buenas manos. Cree a pies juntillas lo que los organismos sanitarios nos dicen acerca de las enfermedades y de las diversas formas de combatirlas. Nos han adoctrinado a creer en dogmas que no pued…

  6. Camille Stein
    martes 3 de junio de 2008, 11:31 COT
    6

    supongo que la industria farmacéutica tiene mucho que ver con la demonización de las llamadas terapias alternativas… que en realidad son anteriores a la medicina oficial… y en muchos casos más efectivas

    un abrazo

  7. Javier Akerman
    martes 3 de junio de 2008, 12:45 COT
    7

    Estimado Camille:
    Efectivamente, la demonización de las Terapias Alternativas procede de la industria farmacéutica en su mayor parte, porque ve peligrar una parte importante de su negocio. Existen además grupos de presión financiados por estas industrias. Yo siempre he defendido que las Medicinas o Terapias Complementarias (prefiero ese término a “alternativas”) y la Medicina tradicional deben trabajar juntas a favor del enfermo y en un modelo integrador cuyo objetivo debe ser la salud.
    Un cordial saludo.

  8. Alfonso Castellón Ayón
    martes 3 de junio de 2008, 23:41 COT
    8

    Y qué de la Celuloterapia? Entiendo que hay un Instituto en Suiza del ya fallecido Profesor NIEHAMS.Quisiera una ampliación del tema,de ser posible.Despues de vuestra respuesta les agregaré interesantes datos personales.El Instituto es muy famoso y van muchos artistas y otras personalidades de mucha importancia para ser atendidos en el propio Instituto. Creo que Iofilizan las medicinas a base de celulas vivientes de corderos y otros animales.
    Agradeciendo su atención les felicito por la forma sincera ,realista y sencilla con que abordan los temas.

  9. Javier Akerman
    miércoles 4 de junio de 2008, 09:13 COT
    9

    Estimado Alfonso:
    Ante todo gracias por su felicitación.
    La celuloterapia es un protocolo terapéutico que utiliza células fetales o embrionarias de animales (el cordero es el preferente) y cuyo objetivo es desacelerar el envejecimiento, aunque también se utiliza para ciertas enfermedades degenerativas.
    Esta forma de terapia fue inicialmente introducida por el médico suizo Paul Niehans, muerto en 1971. Posteriormente fue difundida por el médico alemán F. Schmid y hoy en día se utiliza en Suíza, Alemania, Austria y USA, a pesar de la polémica que despierta entre los investigadores y los elevados precios de la misma.
    Reciba un cordial saludo.

  10. fransj
    miércoles 4 de junio de 2008, 10:34 COT
    10

    Es extraño,que en una sociedad con todos los posibles elementos de comunicacion y de critica;la mano manipuladora de todos los elementos que se disponen para la salud sean mas para lo estetico e intrasendente que para lo verdaderamente patologico.
    Estamos en la contradiccion de una falsa potencialidad de la medicina occidental y su infinita solucion a todo problema o de ser complementaria a los medios y metodos de la llamada alternativa.
    Somos los medicos que perdimos la ruta y el sentido sobre los procesos patologicos y nos entregamos a los falsos descubrimientos y terapeuticas sobre las enfermedades inesistentes o de mantener en vida a todos los seres que llamamos en fase terminal para darles una migaja de vida con cirugias extremas,quimioterapias toxicas o radioterapia de accion pasajeras que no afectaran el proceso biologico.
    Ese medico critico que unia su conocimiento terapeutico al lado de una ayuda complementaria de la farmacia son cultos del pasado.Ahora solo son 15 minutos para definir todo un acto medico,donde queda todo enmarcado y donde la enfermedad es otro articulo de consumo que se compra y se vende segun el postor.
    Somos nosotros los medicos tambien parte de esa telaraña de traficantes que por perder la grandiosidad del misterio de la vida y la muerte,ahora los intemediarios de la salud y de las drogas nos hacen invisibles.

  11. Javier Akerman
    miércoles 4 de junio de 2008, 14:55 COT
    11

    Estimado fransj:
    Su comentario es una magnífica y crítica reflexión sobre lo que he escrito en mi artículo, reflexión que comparto totalmente.
    Gracias por su acertado análisis.

  12. Miguel Jara
    jueves 12 de junio de 2008, 11:32 COT
    12

    Javier, me ha llegado este artículo tuyo por correo. Felicitarte y agradecerte que me hayas citado, así como que hayas utilizado parte de la foto de la portada de mi libro Traficantes de salud para ilustrar tu info.

    He publicado parte de tu información en mi blog:http://migueljara.wordpress.com/ultima-hora/

    Cuando necesites la foto completa o cualquier cosa ya sabes.

    Un abrazo.

    Y gracias Paqui por acordarte de mí.

  13. Javier Akerman
    jueves 12 de junio de 2008, 13:32 COT
    13

    Estimado Miguel:
    Gracias a ti por ser una persona valiente, íntegra y clara a la hora de abordar esta realidad “oculta”.
    Un fuerte abrazo,
    Javier Akerman

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