SOMOS LO QUE COMEMOS

jueves, 26 de marzo de 2009

La verdad sobre la grasa saturada


La primera acusación científica a las grasas saturadas fue en 1953. El Dr. Ancel Keys publicó un trabajo influyente que comparaba el consumo de grasas y la mortalidad por enfermedad cardiaca en seis países: Estados Unidos, Canadá, Australia, Inglaterra, Italia y Japón. Los americanos eran los que comían más grasa y tenían las tasas más altas de mortalidad por enfermedad cardiaca; los japoneses los que comían menos grasas y tenían la tasa más baja de mortalidad por esa causa.

Pero aunque los datos de estos seis países parecían apoyar la hipótesis de la “dieta del corazón”, había estadísticas disponibles de 22 países. Cuando el conjunto de los 22 países fueron analizados, esa relación aparente desaparecía. La tasa de mortalidad por enfermedad cardiaca en Finlandia era 24 veces la de México, aunque el consumo de grasa en los dos países era prácticamente el mismo.

Este fascinante artículo de MSNBC examina en profundidad por qué ha sido tan injustamente demonizada la grasa saturada, y la verdad sobre las grasas y la salud cardiaca:

FUENTE:

  MSNBC December 13, 2007 

Comentarios del Dr. Mercola: 

Yo no sé si tú caíste, pero yo sí caí, en el mito de que la grasa en la dieta es mala. Empezó a extenderse ya desde los años 70 y 80, y estaba completamente basado en estudios científicos erróneos. Una dieta baja en grasas puede ser bastante buena para 1/3 de las personas que son del tipo nutricional de carbohidratos. Por desgracia, no resultó ser muy buena para mí y me causó algunos problemas de salud.

Afortunadamente, continué estudiando y aprendiendo y finalmente me dí cuenta de que la grasa no era el demonio que estaban haciéndola parecer.

Un derivado del mito de que la grasa es mala que persiste hasta hoy es la creencia de que la grasa saturada aumenta el riesgo de ataques de corazón. En el 2002 el “experto” Food & Nutrition Board pronunció la siguiente desacertada afirmación: “Las grasas saturadas y el colesterol dietético no tienen ningún papel beneficioso en la prevención de las enfermedades crónicas y no se requieren en ninguna cantidad en la dieta.”

Amigos, esto es simplemente otro mito que ha estado dañando vuestra salud y la de vuestros seres queridos durante los últimos 30 o 40 años, desde el momento en que Keys consiguió convencer a la medicina dominante que esta hipótesis no demostrada era una verdad. 

Confundir los datos es parte del problema

Parte de la confusión científica tiene que ver con el hecho de que el cuerpo humano es capaz de sintetizar las grasas saturadas que necesita a partir de los carbohidratos, y estas grasas saturadas son principalmente las mismas que están presentes en las grasas dietéticas de origen animal. Sin embargo, y esta es la clave, no todos los ácidos grasos saturados son iguales. Hay más de una docena de diferentes tipos de grasa saturada, pero predominantemente consumimos sólo tres: ácido esteárico, ácido palmítico y ácido láurico.

Es ampliamente aceptado que el ácido esteárico, el tipo que se encuentra en el cacao y en la grasa animal, no tiene ningún efecto en los niveles de colesterol, y se convierte en el hígado en una grasa monoinsaturada llamada ácido oleico.

Los otros dos, los ácidos palmítico y láurico, aumentan el nivel total de colesterol. Sin embargo, como aumentan tanto o más el colesterol “bueno” que el “malo”, estarás todavía bajando el riesgo de enfermedad coronaria.

¿Por qué necesitas las grasas saturadas?

Los alimentos que contienen grasas saturadas son:

-         La carne.

-         Los productos lácteos.

-         Algunos aceites.

-         Plantas tropicales como el coco y el aceite de palma. 

Estas grasas saturadas procedentes de animales y vegetales proporcionan una concentrada fuente de energía en tu dieta, además de ser el material con el que se forman las membranas celulares y una gran variedad de hormonas y sustancias hormonales.

Cuando comes grasas en tu comida, éstas hacen que la absorción sea más lenta permitiéndote aguantar mucho tiempo sin tener hambre. Además, actúan como transporte de importantes vitaminas liposolubles (solubles en grasa): vitaminas A, D, E y K. Las grasas en la dieta también son necesarias para la conversión del caroteno a vitamina A, para la absorción de minerales, y para muchos más procesos biológicos.

Los seres humanos han comido alimentos de origen animal durante la mayor parte de su existencia en la Tierra y por tanto, la grasa que más ha consumido nuestra especie es la grasa saturada. Si las grasas saturadas fueran malas para ti o no tuvieran ningún valor en nuestro cuerpo, ¿por qué la leche materna produce grasas saturadas como los ácidos butírico, caproico, caprílico, cáprico, láurico, mirístico, palmítico y esteárico, que proporcionan una fuente natural perfecta de nutrición para asegurar el crecimiento, desarrollo y supervivencia de los bebés?

Además, las grasas saturadas son:

  • El combustible preferido del corazón, y también son usadas como un combustible rápido cuando se gasta energía.
  • Útiles agentes antivirales (ácido caprílico).
  • Efectivas como agentes anticaries, antiplaca y antifúngicos (ácido láurico).
  • Útiles para de hecho bajar los niveles de colesterol (ácidos palmítico y esteárico).
  • Moduladoras de la regulación genética y prevención del cáncer (ácido butírico).

Sin embargo, hay todavía una relación entre grasa y enfermedad cardiaca

Se sabe que hay alguna relación entre la grasa y la enfermedad cardiaca. El problema yace en el hecho de que la mayoría de los estudios no hacen el esfuerzo de diferenciar entre la grasa saturada y la grasa trans o grasa vegetal hidrogenada. Yo creo que ésa es la pieza que falta.

Si los investigadores evaluaran más cuidadosamente los riesgos de enfermedad cardiaca midiendo los niveles de grasas trans y grasas saturadas, creo que encontrarían una historia totalmente diferente.

Se sabe que las grasas hidrogenadas aumentan los niveles de colesterol LDL, o colesterol “malo”, mientras que bajan los niveles de HDL, conocido como colesterol “bueno”, lo cual, por supuesto, es totalmente lo opuesto de lo que necesitas para mantener una buena salud. Las grasas trans pueden también causar una gran obstrucción en las arterias, la diabetes tipo 2 y otros problemas de salud graves.

Por desgracia, muchas industrias alimenticias usan grasas vegetales hidrogenadas en lugar de aceite para freír, hornear o preparar sus productos, porque reduce los costes, extiende la fecha de caducidad del producto y puede mejorar el sabor y la textura.

Es importante que tengas en cuenta que tu cuerpo necesita alguna cantidad de grasa saturada para mantenerse sano. Es completamente imposible alcanzar una dieta nutricionalmente adecuada con la ausencia de grasas saturadas. Lo que tu cuerpo no necesita, y además puede causarle múltiples problemas de salud, es la grasa trans.

Si quieres evitar todas las grasas trans o hidrogenadas, debes ser consciente del vacío legal usado por muchas industrias alimenticias para “colar” las grasas trans en denominaciones generales de ingredientes como (grasas vegetales, monodiglicéridos o diglicéridos de los ácidos grasos, etc.) o de la libertad de no poner que contiene grasas hidrogenadas si el producto tiene menos de 500 mg de grasas trans por unidad. Muchos productores han disminuido la porción unitaria para que el ratio de las grasas trans caiga por debajo de 500 mg. Por tanto, si una unidad parece ridículamente pequeña, es probable que esté ocultando un contenido de grasas trans. 

Más información, en los artículos:

La Dieta mediterránea: ¿pasta o chuletas?

¿Es el colesterol el malo de la película?

domingo, 8 de marzo de 2009

La proactividad en materia de salud


Definición de proactividad según Wikipedia:

"Proactividad es un término acuñado por Viktor Frankl, un neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió a los campos de concentración nazis, en su libro Man's Search for Meaning (El hombre en busca de sentido, 1946). Años después el término se popularizaría en muchos libros de autoayuda, desarrollo personal y empresarial gracias al best-seller Los siete hábitos de las personas altamente efectivas del autor Stephen R. Covey.

Proactividad es una actitud en la que el sujeto asume el pleno control de su conducta vital de modo activo, lo que implica la toma de iniciativa en el desarrollo de acciones creativas y audaces para generar mejoras, haciendo prevalecer la libertad de elección sobre las circunstancias de la vida.

El concepto opuesto es el de reactividad, o tomar una actitud pasiva y ser sujeto de las circunstancias y por ende, de los problemas. La definición extendida por Covey dice que la conducta individual es función de las decisiones propias y no de las condiciones. La palabra procede del latín, y está compuesta de dos palabras (pro, raíz latina: pro-, que significa ‘antes de’, y «actividad», que significa ‘facultad de obrar’, ‘diligencia, eficacia’, raíz latina: activitasactivitatis."


La proactividad, aunque durante mucho tiempo ha sido ignorada y no tenida en cuenta, es una cualidad casi imprescindible hoy en día para los seres humanos, debido a la sociedad tan competitiva, tan apresurada y tan independiente en la que nos ha tocado vivir. Este término está adquiriendo cada vez más popularidad debido a que muchas empresas buscan y necesitan este tipo de habilidades en sus trabajadores y candidatos, y por tanto está valorizándose y se le está dando la importancia que requiere.

Es lógico que para desarrollarse en el mundo laboral con éxito, los trabajadores necesitan una serie de habilidades y aptitudes de las cuales algunas se aprenden con la formación académica y otras con la experiencia. Pero la proactividad es una cualidad que ni la formación académica ni la experiencia laboral puede proporcionarnos plenamente si no existe un condicionamiento psicológico y una voluntad en nuestro interior que nos impulse a actuar de ese modo.

La proactividad no tiene nada que ver con el activismo o la hiperactividad. Ser proactivo no significa actuar de prisa, de forma caótica y desorganizada, dejándose llevar por los impulsos del momento.

Las personas que tienen el hábito de la proactivad no son agresivas, arrogantes o insensibles, como defienden algunos tópicos, sino todo lo contrario: se mueven por valores, saben lo que necesitan y actúan en consecuencia.

Las personas reactivas (lo contrario de proactivas) se ven afectadas por las circunstancias, las condiciones, el ambiente social... Sólo se sienten bien si su entorno está bien. Centran sus esfuerzos en el círculo de preocupación: en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. No tienen la libertad de elegir sus propias acciones. Una personaproactiva, sin embargo, no ve lo que no puede controlar, lo que no puede hacer por no estar a su alcance, sino que se concentra en lo que sí puede hacer, lo que puede lograr, lo que está dentro de sus capacidades. Es decir, ve el vaso medio lleno y no medio vacío. Estas citas, reflejan muy fielmente lo que significa la proactividad:

" Soy sólo una persona. Pero por lo menos soy una persona. No puedo hacer todo, pero por lo menos puedo hacer algo; y porque no pueda hacer todo, no dejaré de hacer lo poco que pueda hacer" Edward Everett Hale.

"Nuestras vidas comienzan a terminar cuando permanecemos silenciosos sobre las cosas que importan" Martin Luther King, Jr.

"Nunca dudes de que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puedan cambiar el mundo. En realidad, así es como ha sido siempre" Margaret Mead   

"Nadie comete un error más grave que aquél que no hace nada sólo porque puede hacer poco" Edmunde Burke

"No podemos solucionar los problemas usando el mismo tipo de razonamiento que empleamos cuando los creamos" Albert Einstein

"Nunca me preocupa la acción. Lo que me preocupa es la inacción" Sir Winston Churchill

"Haz lo que puedas, con lo que tengas, donde estés" Theodore Roosevelt 

"El hábito frecuente de no creer que una cosa está mal le proporciona la apariencia superficial de que está bien" Thomas Paine

Ya que hemos llegado aquí, fijémonos en la última cita. Muchas personas saben que hay muchas cosas en nuestra sociedad que no funcionan de la forma que deberían funcionar. Hay muchos aspectos de nuestra sociedad que cambiaríamos porque van mal, son perjudiciales y deberían ser mejores. Pero de esto se dan cuenta muy pocas personas porque muchas cosas, por aceptarlas tal y como son sin cuestionarlas, han adoptado la apariencia "superficial" de que son buenas, son correctas, están bien. Como ejemplo de las cosas que han adoptado la apariencia superficial de estar bien, ser correctas, podemos poner la medicina farmacéutica. Ésta, como es la medicina dominante, es la que domina a los estados, a los gobiernos, a los medios de comunicación y a los pobres ciudadanos. Pero no porque sea la más ampliamente aceptada y la que la mayoría de personas utilizan significa que esté libre de pecado:

"Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él. Tampoco una verdad puede transformarse en error cuando nadie se adhiere a ella" Mohandas Ghandi.

Por ello debemos abrir nuestro ojo crítico y armarnos con información imparcial y completa sobre cada asunto que queramos comprender y cada problema que queramos solucionar. Esto es la proactividad. Nuestra sociedad corrupta nos obliga a armarnos con esta arma, para por lo menos sobrevivir en este mundo de engaños y materialismo absoluto. 

Sí, pero cuando nos enfrentamos a ese mar de conocimientos y datos que nuestra sociedad contiene, ¿cómo podemos discernir lo que es correcto, lo que es incorrecto? Ése precisamente es el propósito de este blog: "Ayudar al ciudadano de a pie, a menudo bombardeado con todo tipo de información procedente de muchas fuentes, a adquirir los valores y las aptitudes necesarias para no equivocarse nunca y distinguir la paja del trigo, es decir, las verdades, las medio-verdades y las mentiras". Pero nos vamos a centrar a distinguir todo esto en el campo de la salud y la nutrición, pues nos sería imposible abarcar todos los problemas que existen y consideramos de una acuciante y creciente importancia el identificar la realidad subyacente a toda la información en su mayor parte vaga y las crecientes mentiras con que nos bombardean sobre la salud los gobiernos y otras entidades controladas por el capital financiero.

Para muchos de vosotros este viaje en busca de la realidad que se esconde detrás de todos esos estudios científicos, esas urgentes y a menudo absurdas recomendaciones diéteticas de los médicos y de los gobiernos y esas asustadizas afirmaciones de que se necesitan más fármacos, puede resultar un poco chocante al principio. Pero a medida que vayáis leyendo sobre el tema, rápidamente vosotros mismos, sin ayuda de nadie, ningún médico, ningún estudio, sólo vuestro propio sentido común, os guiará y veréis a la primera lo que es la paja y lo que es el trigo. Una recompensa inigualable, magnífica y envidiable os espera tras haber aprendido todo lo que os puedo enseñar y además haber incorporado la proactividad a vuestras vidas: Una mejora radical, inmediata y asombrosa de vuestra salud y la de vuestra familia, si le enseñáis vuestros descubrimientos. La curación más eficaz y más segura de enfermedades preexistentes y la prevención de todos los males que el actual sistema médico, por estar basado en los síntomas de la enfermedad y no dedicar ninguna investigación a la prevención, no alcanza ni siquiera a imaginar lograr.

Lo que la proactividad nos enseña es que respecto a cualquier problema que nos enfrentemos, es nuestra elección enfrentarnos a él y hacer todo lo que esté dentro de nuestras posibilidades, o rendirnos sólo porque tenemos la impresión de que no vamos a solucionarlo. Esa impresión es falsa, porque:

"Lo que hagas tiene repercusiones. Así que decide qué tipo de repercusiones quieres crear"

jueves, 26 de febrero de 2009

Seguimos destapando la Verdad

La mafia médica es el título del libro que le costó a la doctora Ghislaine Lanctot su expulsión del colegio de médicos y la retirada de su licencia para ejercer medicina. Se trata probablemente de la denuncia publicada más completa, integral, explícita y clara del papel que juega a nivel mundial el complejo formado por el Sistema Sanitario y las industria farmacéutica. 

El libro expone, por una parte, la érronea concepción de la salud y la enfermedad que tiene la sociedad occidental moderna, fomentada por esta mafia médica que ha monopolizado la salud pública creando el más lucrativo de los negocios. Además de tratar sobre la verdadera naturaleza de las enfermedades, explica cómo las grandes empresas farmacéuticas controlan no sólo la investigación sino también la docencia médica, y cómo se ha creado un Sistema Sanitario basado en la enfermedad en lugar de en la salud, que cronifica enfermedades y mantiene a los ciudadanos ignorantes y dependientes de él. El libro es pura artillería pesada contra todos los miedos y mentiras que destrozan nuestra salud y nuestra capacidad de autorregulación natural, volviéndonos manipulables y completamente dependientes del sistema. A continuación, una estupenda entrevista a la autora que realizó Laura Jimeno Muñoz para Discovery Salud:

. MEDICINA SIGNIFICA NEGOCIO

La autora de La mafia médica acabó sus estudios de Medicina en 1967, una época en la que -como ella misma confiesa- estaba convencida de que la Medicina era extraordinaria y de que antes del final del siglo XX se tendría lo necesario para curar cualquier enfermedad. Sólo que esa primera ilusión fue apagándose hasta extinguirse.

-¿Por qué esa decepción?

Porque empecé a ver muchas cosas que me hicieron reflexionar. Por ejemplo, que no todas las personas respondían a los maravillosos tratamientos de la medicina oficial. Además, en aquella época entré en contacto con varios ’terapeutas suaves’ -es decir, practicantes de terapias no agresivas- que no tuvieron reparo alguno en abrirme sus consultas y dejarme ver lo que hacían. Y llegué pronto a la conclusión de que las medicinas no agresivas son más eficaces, más baratas y, encima, tienen menores efectos secundarios.

-Y supongo que empezó a preguntarse por qué en la Facultad nadie le había hablado de esas terapias alternativas no agresivas

Así es. Luego mi mente fue más allá y empecé a cuestionarme cómo era posible que se tratara de charlatanes a personas a las que yo misma había visto curar y por qué se las perseguía como si fueran brujos o delincuentes. Por otra parte, como médico había participado en muchos congresos internacionales -en algunos como ponente- y me di cuenta de que todas las presentaciones y ponencias que aparecen en tales eventos están controladas y requieren obligatoriamente ser primero aceptadas por el ’comité científico’ organizador del congreso. ¿Y quién designa a ese comité científico? Pues generalmente quien financia el evento: la industria farmacéutica. ¡Sí, hoy son las multinacionales las que deciden hasta qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se publica y expone en los congresos de medicina! El control es absoluto.

-Y eso fue clarificador para usted

Y tanto. Darme cuenta del control y de la manipulación a la que están sometidos los médicos -y los futuros médicos, es decir, los estudiantes- me hizo entender claramente que la Medicina es, ante todo, un negocio. La Medicina está hoy controlada por los seguros -públicos o privados, da igual- porque en cuanto alguien tiene un seguro pierde el control sobre el tipo de medicina al que accede. Ya no puede elegir. Es más, los seguros determinan incluso el precio de cada tratamiento y las terapias que se van a practicar. Y es que si miramos detrás de las compañías de seguros o de la seguridad social ... encontramos lo mismo.

-El poder económico

Exacto, es el dinero quien controla totalmente la Medicina. Y lo único que de verdad interesa a quienes manejan este negocio es ganar dinero. ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma ... porque las personas sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación ... pero nunca fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no interesa. La medicina actual está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y compre fármacos; si es posible, toda la vida.

UN SISTEMA DE ENFERMEDAD

-Infiero que ésa es la razón de que en su libro se refiera al sistema sanitario como ’sistema de enfermedad’

Efectivamente. El llamado sistema sanitario es en realidad un sistema de enfermedad. Se practica una medicina de la enfermedad y no de la salud. Una medicina que sólo reconoce la existencia del cuerpo físico y no tiene en cuenta ni el espíritu, ni la mente, ni las emociones. Y que además trata sólo el síntoma y no la causa del problema. Se trata de un sistema que mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se estimula para que consuma fármacos de todo tipo.
-Se supone que el sistema sanitario está al servicio de las personas

Está al servicio de quien le saca provecho: la industria farmacéutica. De manera oficial -puramente ilusoria- el sistema está al servicio del paciente pero, oficiosamente, en la realidad, el sistema está a las órdenes de la industria que es la que mueve los hilos y mantiene el sistema de enfermedad en su propio beneficio. Se trata, en suma, de una auténtica mafia médica, de un sistema que crea enfermedades y mata por dinero y por poder.

-¿Y qué papel juega el médico en esa mafia?

El médico es -muchas veces de forma inconsciente, es verdad- la correa de transmisión de la gran industria. Durante los 5 a 10 años que pasa en la Facultad de Medicina el sistema se encarga de inculcarle unos determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras posibilidades. Posteriormente, en los hospitales y congresos médicos, se les refuerza en la idea de que la función del médico es curar y salvar vidas, de que la enfermedad y la muerte son fracasos que debe evitar a toda costa y de que la enseñanza recibida es la única válida. Además se les enseña que el médico no debe implicarse emocionalmente y que es un ’dios’ de la salud. De ahí que incluso exista caza de brujas entre los propios profesionales de la medicina. La medicina oficial, la ’científica’, no puede permitir que existan otras formas de curar que no sean serviles al sistema.

-El sistema, en efecto, pretende hacer creer que la única medicina válida es la llamada ’medicina científica’, la que usted aprendió y de la que ha renegado. Precisamente en el mismo número en que va a aparecer su entrevista publicamos un artículo al respecto

La medicina científica está enormemente limitada porque se basa en la física materialista de Newton: tal efecto obedece a tal causa. Y, por ende, tal síntoma precede a tal enfermedad y requiere tal tratamiento. Se trata de una medicina que además sólo reconoce lo que se ve, se toca o se mide y niega toda conexión entre las emociones, el pensamiento, la conciencia y el estado de salud del físico. Y cuando se la importuna con algún problema de ese tipo le cuelga la etiqueta de ’enfermedad psicosomática’ al paciente y le envía a casa tras recetarle pastillas para los nervios.

.-Es decir, que a su juicio, la medicina convencional sólo se ocupa de hacr desaparecer los síntomas.

Salvo en lo que a cirugía se refiere, los antibióticos y algunas pocas cosas más, como los modernos medios de diagnóstico, sí. Da la impresión de curar pero no cura. Simplemente elimina la manifestación del problema en el cuerpo físico pero éste, tarde o temprano, resurge.

-A su juicio, pues, dan mejor resultado las llamadas medicinas suaves o no agresivas

Son una mejor opción porque tratan al paciente de forma holística y le ayudan a sanar ... pero tampoco curan. Mire, cualquiera de las llamadas medicinas alternativas constituyen una buena ayuda pero son sólo eso: complementos. Porque el verdadero médico es uno mismo. Y cuando uno es consciente de su soberanía sobre la salud deja de necesitar terapeutas. El enfermo es el único que puede curarse. Nadie puede hacerlo en su lugar. La autosanación es la única medicina que cura. La cuestión es que el sistema trabaja para que olvidemos nuestra condición de seres soberanos y nos convirtamos en seres sumisos y dependientes. En nuestras manos está, pues, romper esa esclavitud.

-Y, en su opinión, ¿por qué las autoridades políticas, médicas, mediáticas y económicas lo permiten? ¿Por qué los gobiernos no acaban con este sistema de enfermedad, costosísimo por otra parte?

A ese respecto tengo tres hipótesis. La primera es que quizás no saben que todo esto está pasando ... pero es difícil de aceptar porque la información está a su alcance desde hace muchos años y en los últimos veinte años son ya varias las publicaciones que han denunciado la corrupción del sistema y la conspiración existente. La segunda hipótesis es que no pueden acabar con ello ... pero también resulta difícil de creer porque los gobiernos tienen el suficiente poder.

-Y la tercera, supongo, es que no quieren acabar con el sistema

Pues lo cierto es que, eliminadas las otras dos hipótesis, ésa parece la más plausible. Y si un Gobierno se niega a acabar con un sistema que arruina y mata a sus ciudadanos es porque forma parte de él, porque forma parte de la mafia.

LA MAFIA MÉDICA

-¿Quiénes integran, a su juicio, la ’mafia médica’?

A diferentes escalas y con distintas implicaciones, por supuesto, la industria farmacéutica, las autoridades políticas, los grandes laboratorios, los hospitales, las compañías aseguradoras, las Agencias del Medicamento, los colegios de médicos, los propios médicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) -el Ministerio de Sanidad de la ONU- y, por supuesto, el gobierno mundial en la sombra del dinero.

-Tenemos entendido que para usted la Organización Mundial de la Salud es ’la mafia de las mafias

Así es. Esa organización está completamente controlada por el dinero. La OMS es la organización que establece, en nombre de la salud, la ’política de enfermedad’ en todos los países. Todo el mundo tiene que obedecer ciegamente las directrices de la OMS. No hay escapatoria. De hecho, desde 1977, con la Declaración de Alma Ata, nadie puede escapar de su control.

-¿En qué consiste esa declaración?

Se trata de una declaración que da a la OMS los medios para establecer los criterios y normas internacionales de práctica médica. Se desposeyó así a los países de su soberanía en materia de salud para transferirla a un gobierno mundial no elegido cuyo ’ministerio de salud’ es la OMS. Desde entonces ’derecho a la salud’ significa ’derecho a la medicación’. Así es como se han impuesto las vacunas y los medicamentos a toda la población del globo.

-Una labor que no se cuestiona

Claro, porque, ¿quién va a osar dudar de las buenas intenciones de la Organización Mundial de la Salud? Sin embargo, hay que preguntarse quién controla a su vez esa organización a través de la ONU: el poder económico.

-¿Cree que ni siquiera las organizaciones humanitarias escapan a ese control?

Por supuesto que no. Las organizaciones humanitarias también dependen de la ONU, es decir, del dinero de las subvenciones. Y, por tanto, sus actividades están igualmente controladas. Organizaciones como Médicos Sin Fronteras creen que sirven altruistamente a la gente pero en realidad sirven al dinero.

-Una mafia sumamente poderosa

Omnipotente, diría yo. Ha eliminado toda competencia. Hoy día a los investigadores se les ’orienta’. Los disidentes son encarcelados, maniatados y reducidos al silencio. A los terapeutas ’alternativos’ se les tilda de locos, se les retira la licencia o se les encarcela también. Los productos alternativos rentables han caído igualmente en manos de las multinacionales gracias a las normativas de la OMS y a las patentes de la Organización Mundial del Comercio. Las autoridades y sus medios de comunicación social se ocupan de alimentar entre la población el miedo a la enfermedad, a la vejez y a la muerte. De hecho, la obsesión por vivir más o, simplemente, por sobrevivir ha hecho prosperar incluso el tráfico internacional de órganos, sangre y embriones humanos. Y en muchas clínicas de fertilización en realidad se ’fabrican’ multitud de embriones que luego se almacenan para ser utilizados en cosmética, en tratamientos rejuvenecedores, etc. Eso sin contar con que se irradian los alimentos, se modifican los genes, el agua está contaminada, el aire envenenado... Es más, los niños reciben absurdamente hasta 35 vacunas antes de ir a la escuela. Y así, cada miembro de la familia tiene ya su pastillita: el padre, la Viagra; la madre, el Prozac; el niño, el Ritalin. Y todo esto, ¿para qué? Porque el resultado es conocido: los costes sanitarios suben y suben pero la gente sigue enfermando y muriendo igual.


. LAS AUTORIDADES MIENTEN

Lo que usted explica del sistema sanitario imperante es una realidad que cada vez más gente empieza a conocer pero nos han sorprendido algunas de sus afirmaciones respecto a lo que define como ’las tres grandes mentiras de las autoridades políticas y sanitarias’

Pues lo reitero: las autoridades mienten cuando dicen que las vacunas nos protegen, mienten cuando dicen que el sida es contagioso y mienten cuando dicen que el cáncer es un misterio.

-Bien, hablemos de ello aunque ya le adelanto que en la revista no compartimos algunos de sus puntos de vista. Si le parece, podemos empezar hablando de las vacunas. A nuestro juicio, afirmar que ninguna vacuna es útil no se sostiene. Otra cosa, que sí compartimos, es que algunas son ineficaces y otras inútiles; a veces, hasta peligrosas

Pues yo mantengo todas mis afirmaciones. La única inmunidad auténtica es la natural y ésa la desarrolla el 90% de la población antes de los 15 años. Es más, las vacunas artificiales cortocircuitan por completo el desarrollo de las primeras defensas del organismo. Y que las vacunas tienen riesgos es algo muy evidente; a pesar de lo cual se oculta. Por ejemplo, una vacuna puede provocar la misma enfermedad para la que se pone. ¿Por qué no se advierte? También se oculta que la persona vacunada puede transmitir la enfermedad aunque no esté enferma. Asimismo, no se dice que la vacuna puede sensibilizar a la persona frente a la enfermedad. Aunque lo más grave es que se oculte la inutilidad constatada de ciertas vacunas.
.
-¿A cuáles se refiere?

A las de enfermedades como la tuberculosis y el tétanos, vacunas que no confieren ninguna inmunidad; la rubéola, de la que el 90% de las mujeres están protegidas de modo natural; la difteria, que durante las mayores epidemias sólo alcanzaba al 7% de los niños a pesar de lo cual hoy se vacuna a todos; la gripe y la hepatitis B, cuyos virus se hacen rápidamente resistentes a los anticuerpos de las vacunas.

-¿Y hasta qué punto pueden ser también peligrosas?

Las innumerables complicaciones que causan las vacunas -desde trastornos menores hasta la muerte- están suficientemente documentadas; por ejemplo, la muerte súbita del lactante. Por eso hay ya numerosas protestas de especialistas en la materia y son miles las demandas judiciales que se han interpuesto contra los fabricantes. Por otra parte, cuando se examinan las consecuencias de los programas de vacunaciones masivas se extraen conclusiones esclarecedoras.

-Le agradecería que mencionara algunas

Mire, en primer lugar las vacunas son caras y le suponen a los estados un gasto de miles de millones de dólares al año. Por tanto, el único beneficio evidente y seguro de las vacunas ... es el que obtiene la industria. Además, la vacunación estimula el sistema inmune pero, repetida la vacunación, el sistema se agota. Por tanto, la vacuna repetida puede hacer, por ejemplo, estallar el ’sida silencioso’ y garantizar un ’mercado de la enfermedad’ perpetuamente floreciente. Más datos: la vacunación incita a la dependencia médica y refuerza la creencia de que nuestro sistema inmune es ineficaz. Aunque lo más horrible es que la vacunación facilita los genocidios selectivos pues permite liquidar a personas de cierta raza, de cierto grupo, de cierta región ... Sirve como experimentación para probar nuevos productos sobre un amplio muestrario de la población y es un arma biológica potentísima al servicio de la guerra biológica porque permite intervenir en el patrimonio genético hereditario de quien se quiera.

-Bueno, es evidente que hay muchas cosas de las que se puede hacer un buen o mal uso pero eso depende de la voluntad e intención de quien las utiliza. Bien, hablemos si le parece de la segunda ’gran mentira’ de las autoridades: usted afirma que el Sida no es contagioso. Y perdone, pero así como el resto de sus afirmaciones en este ámbito nos han parecido razonadas y razonables, no hemos visto que argumente esa afirmación

Yo afirmo que la teoría de que el único causante del sida es el VIH o Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida es falsa. Ésa es la gran mentira. La verdad es que tener el VIH no implica necesariamente desarrollar sida. Porque el sida no es sino una etiqueta que se ’coloca’ a un estado de salud al que dan lugar numerosas patologías cuando el sistema inmune está bajo. Y niego que tener sida equivalga a muerte segura. Pero, claro, esa verdad no interesa. Las autoridades nos imponen a la fuerza la idea de que el Sida es una enfermedad causada por un solo virus a pesar de que el propio Luc Montagnier, del Instituto Pasteur, co-descubridor oficial del VIH en 1983, reconoció ya en 1990 que el VIH no es suficiente por sí solo para causar el sida. Otra evidencia es el hecho de que hay numerosos casos de sida sin virus VIH y numerosos casos de virus VIH sin sida (seropositivos). Por otro lado, aún no se ha conseguido demostrar que el virus VIH cause el sida, lo cual es una regla científica elemental para establecer una relación causa-efecto entre dos factores. Lo que sí se sabe, sin embargo, es que el VIH es un retrovirus inofensivo que sólo se activa cuando el sistema inmune está debilitado.

-Por cierto, usted afirma en su libro que el VIH fue creado artificialmente en un laboratorio

Sí. Investigaciones de eminentes médicos indican que el VIH fue creado mientras se hacían ensayos de vacunación contra la hepatitis B en grupos de homosexuales. Y todo indica que el continente africano fue contaminado del mismo modo durante campañas de vacunación contra la viruela. Claro que otros investigadores van más lejos aún y afirman que el virus del sida fue cultivado como arma biológica y después deliberadamente propagado mediante la vacunación de grupos de población que se querían exterminar.

-También observamos que ataca duramente la utilización del AZT para tratar el sida

Ya en el Congreso sobre SIDA celebrado en Copenhague en mayo de 1992 los ’supervivientes del sida’ afirmaron que la solución entonces propuesta por la medicina científica para combatir el VIH, el AZT, era absolutamente ineficaz. Hoy eso está fuera de toda duda. Pues bien, yo afirmo que se puede sobrevivir al sida ... pero no al AZT. Este medicamento es más mortal que el sida. El simple sentido común permite entender que no es con fármacos inmunodepresores como se refuerza el sistema inmunitario. Mire, el sida se ha convertido en otro gran negocio. Por tanto, se promociona ampliamente combatirlo porque ello da mucho dinero a la industria farmacéutica. Es así de simple.

-Hablemos de la ’tercera gran mentira’ de las autoridades: la de que el cáncer es un misterio

El llamado cáncer, es decir, la masiva proliferación anómala de células, es algo tan habitual que todos lo padecemos varias veces a lo largo de nuestra vida. Sólo que cuando eso sucede el sistema inmunitario actúa y destruye las células cancerígenas. El problema surge cuando nuestro sistema inmunitario está débil y no puede eliminarlas. Entonces el conjunto de células cancerosas acaba creciendo y formando un tumor.

-Y es en ese momento cuando se entra en el engranaje del ’sistema de enfermedad’

Así es. Porque cuando se descubre un tumor se le ofrece de inmediato al paciente, con el pretexto de ayudarle, que elija entre estas tres posibilidades o ’formas de tortura’: amputarle (cirugía), quemarle (radioterapia) o envenenarle (quimioterapia). Ocultándosele que hay remedios alternativos eficaces, inocuos y baratos. Y después de cuatro décadas de ’lucha intensiva’ contra el cáncer, ¿cuál es la situación en los propios países industrializados? Que la tasa de mortalidad por cáncer ha aumentado. Ese simple hecho pone en evidencia el fracaso de su prevención y de su tratamiento. Se han despilfarrado miles de millones de euros y tanto el número de enfermos como de muertos sigue creciendo. Hoy sabemos a quién beneficia esta situación. Como sabemos quién la ha creado y quién la sostiene. En el caso de la guerra todos sabemos que ésta beneficia sobre todo a los fabricantes y traficantes de armas. Bueno, pues en medicina quienes se benefician son los fabricantes y traficantes del ’armamento contra el cáncer’; es decir, quienes están detrás de la quimioterapia, la radioterapia, la cirugía y toda la industria hospitalaria.

LA MAFIA, UNA NECESIDAD EVOLUTIVA

-Sin embargo, a pesar de todo, usted mantiene que la mafia médica es una necesidad evolutiva de la humanidad. ¿Qué quiere decir con esa afirmación?

Verá, piense en un pez cómodamente instalado en su pecera. Mientras tiene agua y comida todo está bien pero si le empieza a faltar el alimento y el nivel del agua desciende peligrosamente el pez decidirá saltar fuera de la pecera buscando una forma de salvarse. Bueno, pues yo entiendo que la mafia médica nos puede empujar a dar ese salto individualmente. Eso sí, habrá mucha gente que preferirá morir a saltar.

-Pero para dar ese salto es preciso un nivel de conciencia determinado

Sí. Y yo creo que se está elevando mucho y muy rápidamente. La información que antes se ocultaba ahora es pública: que la medicina mata personas, que los medicamentos nos envenenan, etc. Además, el médico alemán Ryke Geerd Hamer ha demostrado que todas las enfermedades son psicosomáticas y las medicinas no agresivas ganan popularidad. La mafia médica se desplomará como un castillo de naipes cuando un 5% de la población pierda su confianza en ella. Basta que ese porcentaje de la población mundial sea consciente de su propia divinidad. Entonces decidirá escapar de la esclavitud a la que le tiene sometida la mafia y el sistema actual se derrumbará. Tan sencillo como eso.

-¿Y en qué punto cree que estamos?

Pues no sabría cuantificarlo pero pienso que probablemente en menos de 5 años todo el mundo se dará cuenta ya de que cuando va al médico va a un especialista de la enfermedad y no a un especialista de la salud. Dejar a un lado la llamada ’medicina científica’ y la seguridad que propone para ir a un terapeuta es ya un paso importante. También lo es perder el respeto y la obediencia ciega al médico. El gran paso es decir no a la autoridad exterior y decir sí a nuestra autoridad interior.

-¿Y qué es lo que nos impide romper con la autoridad exterior?

El miedo. Tenemos miedo a no acudir al médico. Pero es el miedo, por sí mismo, quien nos puede enfermar y matar. Nos morimos de miedo. Se nos olvida que la naturaleza humana es divina, es decir, concebida para comportarnos como dioses. ¿Y desde cuándo los dioses tienen miedo? Cada vez que nos comportamos de manera diferente a la de un dios nos ponemos enfermos. Esa es la realidad.

-¿Y qué cree que pueden hacer los medios de comunicación para contribuir a la elevación de la conciencia en esta materia?

Informar sin intentar convencer. Decir lo que sabéis y dejar a la gente hacer lo que quiera con la información. Porque intentar convencerles sería imponer otra verdad y de nuevo estaríamos en otra guerra. Se necesita sólo dar referencias. Basta decir las cosas. Luego, la gente las escuchará si resuenan en ellos. Y si su miedo es mayor que su amor por sí mismos dirán: ’Eso es imposible’. En cambio, si tienen abierto el corazón, escucharán y se cuestionarán sus convicciones. Es entonces, en ese momento, cuando quieran más, cuando se les puede dar más información.


Laura Jimeno Muñoz

lunes, 23 de febrero de 2009

Venta de enfermedades


El esperpento en el ámbito de la salud es tal que hay compañías farmacéuticas cuya estrategia es inventarse enfermedades para luego tratarlas con medicamentos preparados a la carta. El hecho ya ha sido denunciado ampliamente pero ahora dos científicos de la Universidad de Newcastle (Australia), David Henry y Ray Moynihan, acaban de publicar en Public Library of Science Medicine una investigación donde denuncian que actualmente se presentan ya como enfermedades a tratar con fármacos desde la menopausia al exceso de colesterol pasando por las disfunciones sexuales temporales, el llamado síndrome de piernas inquietas, el síndrome del intestino irritado... En suma, exagerando problemas menores para darles la categoría de enfermedades y se traten con fármacos.

La salud enferma. Nuestra obsesión por revivir el mito de Fausto y conseguir la eterna juventud eludiendo además la enfermedad a toda costa ha terminado por convertir nuestra salud en un puro objeto comercial en manos de las grandes corporaciones farmacéuticas que, con la misma lógica con la que hoy nos venden un móvil de tercera generación o un ordenador más potente, nos venden un nuevo medicamento. Es decir, primero crean la necesidad en el consumidor y después le ofrecen satisfacerla. Pues bien, teniendo en cuenta esa estrategia hoy algunas farmacéuticas buscan "conjuntos de síntomas" -bautizados como "síndromes"- para luego etiquetarlos como "enfermedades". Y a continuación se desarrolla el tratamiento "específico" para cada una de esas "nuevas" enfermedades "descubiertas" -tratamiento al que llaman "protocolo"-, normalmente un fármaco o serie de fármacos que en realidad sólo palian o alivian algunos de los síntomas elegidos para cada síndrome. Fármacos que inevitablemente provocan efectos secundarios adversos que no se tenían antes y que normalmente terminan convirtiendo al paciente -¿por qué cree usted que se llama a los enfermos pacientes?- en un consumidor crónico de los mismos. Efectos adversos negativos que se califican de inevitables para tratar la enfermedad principal y que dan lugar a la ingesta de nuevos fármacos que los palien... con el riesgo de provocar nuevos problemas. Problemas que... Se entra así en un círculo vicioso en el que una vez se entra es difícil salir. Y el negocio está asegurado.

Y quede bien claro -en ello coinciden todos los que denuncian este problema- que en el extremo de cada situación siempre habrá alguien cuyos padecimientos quizás sí hagan necesaria la atención especializada y farmacológica. Dicho lo cual no es menos cierto que la necesaria atención de unos pocos no justifica la medicalización a que se está sometiendo hoy a la mayoría de la sociedad.

Hace una década Lynn Payer -periodista científica preocupada por las distintas soluciones que sobre los mismos problemas médicos había en diferentes países desarrollados y que estaban en función de sus distintas visiones culturales y sociales- escribió un libro titulado Disease Mongering. Acuñaba así públicamente por primera vez una expresión que podríamos traducir como Tráfico de enfermedades y que sirve en la actualidad para definir -todavía con cierta ambigüedad- uno de los principales problemas que hoy -y aumentarán en el futuro- deben afrontar las personas de nuestra sociedad.

Payer describía muy bien en ese libro la confluencia de intereses entre las compañías farmacéuticas y los medios de comunicación para exagerar la severidad de las enfermedades y la capacidad de los medicamentos para curarlas. "Dado que la enfermedad es un concepto social -escribió- los proveedores pueden crear su propia demanda, esencialmente ensanchando las definiciones de enfermedades de tal manera que incluyan el mayor número de personas e hilando nuevas enfermedades". Desde entonces las evidencias de que ya está pasando así no han hecho más que crecer. En la misma medida, paradójicamente, en que se hace cada vez más difícil encontrar soluciones para las dolencias realmente preocupantes. Ser mujer, por ejemplo, es ya hoy -desde el punto de vista de los grandes laboratorios y, por ende, de los médicos, básicamente "formados" por las multinacionales una vez salen de las facultades de Medicina- una especie de "enfermedad continua". Toda mujer es hoy candidata a alguna de las muchas y nuevas patologías psiquiátricas de la niñez, víctima propiciatoria de la anorexia y la bulimia en la adolescencia o persona sufriente de "problemas menstruales" o de los derivados de la concepción en la etapa adulta. En suma, ha sido convertida en objetivo fácil de toda clase de "padecimientos" en la premenopausia, en la menopausia y en la postmenopausia. Sin contar las posibles "disfunciones sexuales" que muchos están empeñados en generalizar.

Afortunadamente desde que Payer escribió su obra ha habido cada vez más voces que denuncian la medicalización de nuestra sociedad. Es el caso de Kalman Applbaum, profesor de Antropología Médica en la Universidad de Wisconsin y estudioso del tema: "En nuestra persecución de la promesa utópica de una perfecta salud hemos dado libertad a las corporaciones industriales para tomar el control de los verdaderos instrumentos de nuestra libertad: la objetividad en la ciencia, la ética y la honestidad en el cuidado de la salud, y el privilegio para dotar a la Medicina de autonomía para cumplir su juramento de trabajar en beneficio del enfermo".

ESTRATEGIAS Y ALIANZAS

Pues bien, hay que decir que con el congreso internacional celebrado en Newcastle (Australia) los pasados días 11 y 13 de abril el problema comienza a mostrar su verdadera dimensión y proyección mundial. Y es que el Programa encabezaba su presentación con el siguiente titular: "Un provocativo simposium sobre la venta de enfermedades". No dejando dudas sobre la trascendencia del problema: "La capacidad de la industria para la innovación, esencial para sostener una alta rentabilidad, se ha extendido discutiblemente más allá de la invención de nuevos productos a la creación de nuevas enfermedades, desórdenes y trastornos; y a la expansión de las ya conocidas. Mediante alianzas informales con médicos y grupos de pacientes, y la ayuda de expertos en relaciones públicas, las compañías farmacéuticas fabrican las condiciones de las nuevas enfermedades de la misma manera que fabrican las medicinas. Los ejemplos de desórdenes que se han representado de esa manera son tan diversos como las disfunciones sexuales en el hombre y la mujer, el desorden de ansiedad social o la alopecia".
El periodista Ray Moynihan y el profesor del Farmacología Clínica David Henry -autores del libro Selling Sickness: How the World's Biggest Pharmaceutical Companies Are Turning Us All into Patients (Vendiendo enfermedades: cómo las compañías farmacéuticas más grandes del mundo están convirtiéndonos a todos en pacientes)- se encargaron de abrir el congreso añadiendo nuevas "enfermedades" a las reflejadas a modo de ejemplo en el programa: "Aspectos de la vida ordinaria como la menopausia -denunciaron- están siendo medicalizados. Problemas benignos están siendo tratados como enfermedades graves como ha ocurrido en la promoción financiada por una compañía farmacéutica del síndrome del colón irritable. Y meros factores de riesgo como el nivel alto de colesterol en sangre o el bajo nivel de densidad de los huesos se presentan ya como enfermedades. Hay una confluencia de intereses tras la presentación de ciertos problemas de salud como severos y tratables con píldoras, como ha pasado recientemente con el desorden de ansiedad social".

Obviamente no son las compañías farmacéuticas las únicas responsables de lo que está sucediendo. Nada podrían hacer sin otros personajes imprescindibles en este juego de intereses ocultos. "Las compañías farmacéuticas -señalaron Moynihan y Henry- no son los únicos actores de este drama. A través de nuestro trabajo como periodistas de investigación hemos aprendido cómo las alianzas informales de corporaciones farmacéuticas, compañías de relaciones públicas, grupos de médicos y organizaciones de pacientes promueven sus intereses ante el público y los diseñadores de las políticas sanitarias utilizando a menudo a los medios de comunicación de masas para presionar sobre su particular visión de los problemas. Y está ocurriendo en un momento en el que las compañías farmacéuticas tienen problemas para construir y mantener mercados para sus productos más vendidos y cuando las perspectivas de obtener nuevas y genuinamente innovadoras medicinas son débiles".

En resumen, la herramienta básica de esta estrategia es crear estados de opinión capaces de dirigir la política sanitaria y farmacéutica. "Una estrategia importante de las alianzas -contaron Moynihan y Henry en su conferencia- es suministrar a los medios de comunicación historias diseñadas para crear miedo sobre una condición o enfermedad y atraer la atención sobre el último tratamiento. La compañía se encarga para ello de suministrar paneles asesores de 'expertos independientes' que avalan tales historias, crean o patrocinan grupos de enfermos que proporcionan las 'víctimas' y, finalmente, las empresas de relaciones públicas se ocupan de garantizar el giro positivo hacia sus puntos de vista de los medios de comunicación sobre los últimos 'medicamentos descubiertos'".

JÖRG BLECH Y "LOS INVENTORES DE ENFERMEDADES"

Jörg Blech, periodista científico especializado en Medicina y que no está considerado alguien contrario al sistema ha escrito sin embargo una obra titulada Los inventores de enfermedades en la que aborda precisamente cómo se lleva a cabo la creación de nuevas enfermedades. Y en la introducción de su libro escribe: "Lo que me une a los médicos críticos -a aquellos a los que disgusta la actual transformación de sus consultas en locales de venta de medicinas- es que no estoy en absoluto contra la industria farmacéutica ni contra la medicina moderna. Me vacuno contra la gripe y cumplo las pautas de prevención contra el cáncer. El dilema radica en que la Medicina ha ampliado su radio de acción de tal forma que se hace cada vez más difícil identificar la propia salud. Escribí este libro porque quiero seguir siendo una persona sana".

Pues bien, Blech ofrece numerosos ejemplos en su libro de cómo se fabrican las enfermedades. Explicando por ejemplo cómo hasta ¡la timidez! pasó un día a convertirse en "enfermedad". Porque aunque el lector lo ignore resulta que en 1980 la FDA la introdujo en el manual de enfermedades como trastorno de ansiedad social clasificándola como de muy rara aparición. Y cuenta cómo en 1998 la empresa SmithKline Beecham solicitó autorización para tratarla poniendo en el mercado un fármaco, el Páxil, indicado para tratar "la fobia social". "Cuando el fármaco se encontraba en pleno proceso de admisión -escribe Blech- la empresa farmacéutica empezó a dar a conocer el potencial patológico de la timidez. La misión de establecer el trastorno de ansiedad social como 'estado patológico serio', según la revista del sector PR News, le fue encomendada a la agencia de comunicación Cohn & Wolf. Un poco más tarde la empresa encontró un eslogan que aludía a que algunas personas reaccionan alérgicamente a otras personas: 'Imagine Being Allergic to People' (Imagina que fueras alérgico a las personas)".

Diseñada la estrategia en las paradas de autobús empezaron entonces a aparecer carteles en los que se veía a un hombre joven deprimido y junto a él una leyenda: "Te pones rojo, sudas, tiemblas, hasta te cuesta respirar. Eso es lo que produce el trastorno de ansiedad social". Con esa simplificación de unos síntomas comunes a millones de personas sanas pretendía conducirlas a identificarse con una condición patológica, hasta ese momento "de muy rara aparición". Es decir, se estaba "ensanchando" el campo de la "enfermedad" y con ello el número de potenciales clientes. Sutilmente, en los anuncios no se hacía referencia a ningún medicamento psicotrópico pero sí a una Asociación contra el trastorno de la ansiedad social compuesta por tres grupos aparentemente de utilidad pública y una asociación de pacientes.

"Sólo que las partes interesadas -escribe Blech- no se habían reunido espontáneamente. La coalición había sido financiada por el laboratorio SmithKline Beecham. Y la empresa de relaciones públicas Cohn & Wolf fue la encargada de contestar a los medios por encargo de esa coalición". Luego, a través de la agencia, emitieron una nota oficial afirmando que el trastorno de ansiedad social "afectaba" al 13'3 % de la población. Es decir que de repente el "trastorno de ansiedad social" se había convertido en la tercera enfermedad psiquiátrica en Estados Unidos -tras la depresión y el alcoholismo- cuando poco antes los psiquiatras hablaban de un 3% de "afectados" como máximo. ¿Cómo era posible? De forma muy simple: un pequeño grupo de psiquiatras había convertido la timidez en una enfermedad social que afectaba a millones de personas eliminando un criterio restrictivo del diagnóstico -"el deseo imperioso de evitar algo"- y creando un nuevo subtipo general.

¿Y cómo se tragaron algo así los medios de comunicación y la sociedad? Pues para que los medios de comunicación "entendieran" la importancia del recién descubierto trastorno usaron la opinión de un psiquiatra autorizado: Jack Gorman. Psiquiatra que según las investigaciones del diario británico The Guardian resultó que trabajaba para SmithKline Beecham y un mínimo de doce empresas farmacéuticas más como asesor a sueldo.

La campaña fue todo un éxito. En los dos años anteriores a la autorización del Paxil sólo medio centenar de informes sobre el "trastorno de ansiedad social" habían llegado a los medios. Pero en mayo de 1999, cuando el medicamento llegó al mercado, llegaron centenares. Y a finales del 2001 el Paxil, el nuevo remedio contra la fobia generalizada y social, se había puesto en ventas a la altura del antidepresivo más conocido y consumido de Estados Unidos: el Prozac.

En resumen, una enfermedad inexistente, inventada, ha hecho ganar una gigantesca fortuna a sus inventores. Sobre ello cuenta Blech en otro capítulo del libro: "Para poder mantener el enorme crecimiento de los años anteriores la industria de la salud tiene que tratar cada vez a más personas que en realidad están sanas. Los grupos farmacéuticos que operan globalmente y las asociaciones de médicos conectadas internacionalmente definen de nuevo nuestra salud: los altibajos naturales de la vida y los comportamientos normales son tergiversados de forma sistemática y convertidos en estados patológicos. Las empresas farmacéuticas patrocinan la invención de cuadros clínicos completos y consiguen así nuevos mercados".

UN PLAN PERFECTO

Otro ejemplo que nos permite entender cómo se gesta y desarrolla este nuevo tráfico de enfermedades nos lo proporcionan los antes mencionados Ray Moynihan y David Henry quienes junto a Iona Health publicaron un artículo contándolo en la revista British Medical Journal. El objetivo en este caso era aumentar la venta del Lotronex, un fármaco de GlaxoSmithKline. Y el medio consistía en crear otra enfermedad: el "síndrome de colon irritable".

"Lo que para muchas personas es un desorden funcional menor -explican en el artículo- que requiere poco más que la certeza sobre su curso natural benigno está siendo actualmente reestructurado como una enfermedad seria que requiere una etiqueta y un medicamento con todos los costes y daños asociados". En su trabajo de investigación los autores accedieron al proyecto concebido por una compañía de comunicaciones médica -In Vivo Communications- especializada en proporcionar educación médica. Y ésta, en lo que eufemísticamente describe como "programa de educación médica", definió una estrategia a tres años para crear una nueva percepción del síndrome de colon irritable como "una enfermedad creíble, común y concreta". Según los documentos el principal objetivo del "programa de educación" quedaba perfectamente definido: "El SCI (síndrome del colon irritable) debe establecerse en las mentes de los doctores como un significativo estado de enfermedad". Por supuesto, no se olvidaron de los pacientes: "Deben ser convencidos de que el SCI es un desorden médico común y reconocido". El otro objetivo del plan consistía en promover la "nueva terapia clínica probada": el Lotronex.

Paso fundamental para todo esto era preparar un panel asesor con un líder de opinión de cada estado de Australia a fin de conocer su opinión y "las posibilidades para formarla". La estrategia pasaba después por convencer al mercado especializado de que el SCI es una "enfermedad seria y creíble".

La agencia In Vivo recomendaba para convencer a los médicos publicar una serie de anuncios en las principales revistas médicas ofreciendo también entrevistas con miembros del panel asesor de la compañía ya que "la credibilidad de los miembros del panel es inestimable para tranquilizar a los médicos generales de que el material que reciben es clínicamente válido". Otros grupos destinados a recibir el material promocional incluían farmacéuticos, enfermeras, pacientes y una fundación médica a la que se la reconocía una "relación cercana" con In Vivo.

"Más allá de la integridad o competencia de los profesionales -escriben los autores del artículo- o de los grupos de pacientes involucrados, y sin buscar minimizar la importancia del desorden para algunos individuos, este plan muestra que personal y organizaciones financiadas por una compañía de medicamentos están ayudando a formar a la opinión médica y pública sobre una condición que la compañía considera objetivo comercial para su nuevo producto. Aunque GlaxoSmithKline ha defendido que su patrocinio de la educación puede mejorar los hábitos de prescripción de los doctores (comunicación de 7 de marzo del 2002) el conflicto de interés es obvio y potencialmente peligroso".

Finalmente la campaña propuesta se detuvo debido a que el Lotronex fue retirado del mercado cuando la FDA constató sus graves efectos secundarios (en algunos casos mortales).

LA ALOPECIA Y EL "PROPECIA"

Un proceso similar se siguió para tratar de vender un producto de los laboratorios Merck para el crecimiento del pelo: Propecia. ¿Cómo? Pues convirtiendo un proceso ordinario y sin ninguna importancia médica como es la falta de pelo en poco menos que un problema médico de graves consecuencias. La estrategia ya la conocemos: coincidiendo con el momento de la puesta en el mercado del producto comenzaron a aparecer en los medios de comunicación informes sobre los traumas emocionales asociados con la pérdida de pelo. Y en un artículo de cuatro páginas dedicado al tema se ofrecían los datos de un "estudio" que sugería que un tercio de los hombres experimentaba algún grado de pérdida de cabello sugiriendo a continuación que ello podía llevarles al pánico y a otros problemas emocionales. Incluso tener un impacto en su búsqueda de trabajo y en su bienestar mental. Y para apoyar la credibilidad de lo que se decía se hablaba de la reciente creación del International Hair Study Institute. Lo que en el artículo no se decía es que tanto el "estudio" como el instituto estaban financiados por los ya mencionados laboratorios y que los expertos citados habían sido proporcionados por la agencia de relaciones públicas Edelman De más está decir que la compañía justificó su actuación en el derecho de las personas a ser conscientes de las opciones existentes para detener la pérdida del cabello. Lo que no justifica en modo alguno, sin embargo, que asociaran descaradamente paro, pánico, traumas y otros problemas emocionales con la pérdida del cabello hasta hacer aparecer la alopecia como una patología.

HAY MUCHAS ENFERMEDADES INVENTADAS

Y no crea el lector que se trata de unos pocos ejemplos no significativos. En los próximos meses vamos a ir desgranando las conclusiones más importantes presentadas durante el congreso que antes mencionamos sobre las enfermedades que pueden incluirse en la lista de lo que muchos consideran enfermedades inventadas. Así se presentó también, por ejemplo, el llamado Trastorno Sexual Femenino que se afirma padece el 43% de las mujeres norteamericanas. En su ponencia, Leonore Tiefer -profesora de Psiquiatría en la Escuela Universitaria de Medicina de Nueva York- la definió como "un caso de libro de texto de enfermedad inventada por la industria farmacéutica y otros". "Recientemente -señaló- la industria farmacéutica ha mostrado un interés agresivo por el sexo usando agencias de relaciones públicas, anuncios directos al consumidor, la promoción de prescripciones para usos diferentes de los aprobados y otras tácticas para crear un sentido de insuficiencia sexual extendida y así centrar el interés sobre los tratamientos de nuevos medicamentos".

El llamado Trastorno Eréctil fue otra de las áreas de preocupación resaltada en la conferencia. Joël Lexchin -de la School of Health Policy and Management de la Universidad de York (Toronto)- manifestó su convicción en la eficacia y seguridad del Viagra para tratar esa patología cuando se debe a causas como la cirugía de próstata o la diabetes. Sin embargo sostuvo que su fabricante, Pfizer, había cambiado su estrategia de mercado ampliando sus objetivos. Y recordó que mientras en sus anuncios de televisión iniciales la multinacional utilizó la imagen del antiguo senador y aspirante a la carrera presidencial Bob Dole -de 70 años- en la actualidad utiliza la imagen de un corredor de la fórmula NASCAR y la de un jugador de béisbol de los Texas Ranger de 39 años. Para Lexchin la publicidad manda un claro mensaje: "Todos, a cualquier edad, pueden necesitar alguna vez un poco de mejoría; y cualquier desviación de una función eréctil perfecta significa un diagnóstico de Trastorno Eréctil que hay que tratar con Viagra (…) Cada vez más el perfil de edad de hombres que usan Viagra refleja un público más joven aunque Pfizer niega que sea su objetivo. Entre 1998 y 2002 el grupo que más aumento experimentó en el uso de Viagra fue el de los hombres entre edades de 18 y 45". Por supuesto, Pfizer ha manifestado reiteradamente que sólo promueve sus medicamentos de prescripción entre los profesionales médicos y no se dirige al público en general. Y que tampoco recomienda o promueve el uso de Viagra más allá de sus indicaciones terapéuticas. Y hay ingenuos que se lo creen.

También participó David Healy -del Department of Psychological Medicine de la Universidad de Cardiff en Gales- quien criticó una campaña de publicidad en televisión que tras reflejar distintas situaciones de cambio de humor -sin mencionar ningún medicamento- anima luego a los espectadores a que se dirijan a un centro de ayuda bipolar patrocinado por los fabricantes de un medicamento antipsicótico líder de ventas. Healy explicó luego que cada vez más niños menores de 13 años están siendo diagnosticados en Estados Unidos como maníacos depresivos. Y denunció que se estaba prescribiendo a niños de preescolar antidepresivos. "En el caso de los adultos -dijo- hay ya potencial para crear una 'epidemia' de desorden bipolar porque se está diagnosticando esa condición a muchas personas con criterios operacionales que dependen de juicios subjetivos".

También hubo una ponencia sobre el llamado Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad del que en este mismo número de la revista volvemos a ocuparnos. Christine Phillips -de la Australian National University Medical School- alertó sobre lo que ella considera "una penetración organizada de la industria farmacéutica asociada con el SDAH en los ámbitos de la educación". Phillips criticó que las compañías farmacéuticas no proporcionen programas de educación sobre autismo y dislexia, otras dos condiciones que también afectan a la actuación educativa pero que sin embargo no se tratan con medicamentos.

Agregaremos que aunque los problemas de tipo sexual y psiquiátricos son los más proclives a ser convertidos en "enfermedades" también simples factores de riesgo como la baja densidad de los huesos (osteoporosis) o el alto nivel de colesterol -entre otros muchos- están incluidos entre situaciones normales exageradas hasta darlas categoría de enfermedad. Y de ellas nos iremos ocupando en los próximos números.

En suma, la gran industria farmacéutica está medicalizando vergonzosamente a la sociedad instando a la gente a comprar medicamentos para todo. Fármacos en la inmensa mayoría de los casos innecesarios e ineficaces -en muchos casos psicotrópicos- que encima provocan efectos secundarios más o menos graves y que pueden terminar generando la aparición de enfermedades reales. Y no sólo eso. "La medicalización inadecuada - señalan Ray Moynihan y David Henry- conduce a situaciones peligrosas, tratamientos pobres, enfermedades iatrogénicas y pérdidas económicas; así como otros costes indirectos derivados del desvío de recursos que hubieran servido para tratar o prevenir enfermedades más serias. A un nivel más profundo puede ayudar a alimentar obsesiones enfermizas, a disimular o envolver en el misterio las explicaciones sociológicas o políticas de los problemas de salud y a enfocar indebidamente la atención sobre soluciones farmacológicas, individuales o privadas. Más tangiblemente y de forma inmediata los costes de nuevos fármacos destinados a personas esencialmente saludables están amenazando la viabilidad del sistema de seguro de salud universal públicamente consolidado".

Vivimos pues -al menos quienes tenemos la fortuna de hacerlo en países desarrollados- en un mundo aparentemente mejor pero del que, como ocurriera con la Caja de Pandora, no dejan cada año de salir nuevas enfermedades de las que nuestros abuelos ni siquiera habían oído hablar o de las que no tienen ni idea en países con menos recursos porque como allí no son negocio para qué van a promocionarse...

Es tal ya la gravedad del problema que publicaciones como New Scientist han entrado decididamente en la denuncia. En un concluyente editorial titulado Parar el tráfico de enfermedades la revista decía en su número del pasado mes de abril: "Los gobiernos han permitido a los fabricantes de medicamentos ser los principales educadores de políticos, médicos y público en general sobre muchos problemas médicos. Y muchas personas que se sientan en los paneles oficiales que deciden sobre las enfermedades reciben fondos de la industria. Grupos de pacientes, desesperados por encontrar soluciones, a menudo con el apoyo de compañías farmacéuticas, reclaman tratamientos para los que hay pocas o ninguna evidencia científica. Determinados pacientes pueden llegar a sus médicos armados con información dudosa sacada de Internet. Y hay médicos ávidos por probar los tratamientos con medicamentos de moda aunque no hayan sido probados o se hayan aprobado para otros desórdenes; o utilizarlos como la manera más fácil de aplacar a un paciente preocupado. En el centro de esta tela de araña están las compañías farmacéuticas. Para ellas dedicar sus esfuerzos a políticos, médicos y consumidores puede ser un camino más barato para incrementar ventas que crear nuevas medicinas pero eso no es una excusa. Junto al mantra de la Sala de Juntas de 'incrementar los dividendos de los accionistas' debería sentarse la conocida máxima médica 'Ante todo no hacer daño'. El tráfico de enfermedades está dañando a la gente y a los servicios de salud. Es un monstruo que necesita ser detenido".

Y tiene razón. Porque, ¿cómo si no es con el calificativo de monstruosos puede definirse comportamientos como los que describe en su libro Los inventores de enfermedades Jörg Blech: "El Instituto de Salud Mental está financiando un estudio clínico en las guarderías con más de 300 niños que acaban de dejar los pañales. Los sujetos del ensayo, cuya edad oscila entre tres y cinco años, deberán tomar metilfenidato -droga, medicamento psicotrópico, estupefaciente en Alemania, sustancia clasificada junto a la cocaína en Estados Unidos- durante tres años bajo supervisión científica".

¿Nos hemos vuelto locos?.

Leído en Discovery Salud. http://www.dsalud.com/numero84_2.htm
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